La Comisión Nacional aplica sanciones «ejemplares» tras el conflicto violento en Sancti Spíritus.

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Foto: RL Hevia

En un movimiento más ágil de lo común, la Comisión Nacional de Béisbol ha anunciado sanciones ejemplares contra Eriel Sánchez, director del equipo Sancti Spíritus, y el comisario técnico Miguel Rojas, tras el violento incidente ocurrido el 27 de septiembre en el estadio espirituano.

Sánchez ha recibido una suspensión de cinco años fuera del sistema competitivo del béisbol, mientras que Rojas ha sido sancionado con tres años. Esta medida se basa en el reglamento disciplinario, que clasifica como “muy grave” cualquier agresión física hacia un oficial, jugador o directivo en un evento deportivo.

La nota oficial difundida por JIT confirma que el altercado se originó después del partido entre Sancti Spíritus e Isla de la Juventud y valida las versiones recabadas por la reconocida periodista Elsa Ramos en sus entrevistas para el periódico Escambray.

Sánchez, descontento con una jugada polémica, se dirigió a la mesa técnica con insultos y gestos descompuestos. Ahí se encontró con Rojas, quien había sido advertido de no incitar nuevos enfrentamientos, pero decidió desafiar esa advertencia.

Durante el enfrentamiento verbal, Sánchez agredió al funcionario con un objeto de madera, provocándole un impacto en la cabeza que requirió atención médica. Testigos afirman que la discusión aumentó rápidamente y que pudo haberse evitado con una mediación más efectiva.

La sanción no ha pasado desapercibida. Para algunos expertos, representa un paso sólido en la defensa de la disciplina y autoridad dentro del béisbol. Para otros, la suspensión de cinco años se considera excesiva y prácticamente elimina la carrera de un director con una trayectoria en los diamantes cubanos.

El debate trasciende el ámbito deportivo, ya que lo ocurrido supera el contexto del béisbol y toca el terreno penal, dado que hubo una agresión con consecuencias médicas. Esta perspectiva plantea nuevas interrogantes sobre los límites de las sanciones administrativas y la responsabilidad legal de los involucrados.

Es importante mencionar que el caso de Sánchez y Rojas se hizo conocido primero a través de redes sociales y medios independientes. Ante la falta de información oficial inmediata, circularon versiones amplificadas que incluso mencionaban el uso de un bate en el ataque. Solo días después, la Comisión emitió un comunicado con los detalles pertinentes.

Este retraso volvió a poner de manifiesto las fallas en la comunicación institucional. Cuando los rumores dominan el debate público, las notas oficiales llegan tarde y resultan inadecuadas para detener la desinformación.

Este incidente deja un saldo dual. Por un lado, dos figuras del béisbol quedan fuera de la escena durante años por un acto violento y lamentable. Por otro lado, se confirma que la falta de transparencia en la gestión de crisis erosiona la confianza de los aficionados en sus autoridades deportivas.

El béisbol cubano enfrenta un reto urgente. No solo debe imponer sanciones severas a quienes infrinjan la disciplina, sino que también necesita fortalecer sus canales de comunicación. De lo contrario, cada vacío será llenado por rumores y la pasión nacional seguirá viéndose empañada por la sombra de la violencia y la desinformación.

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