Gobierno cubano enfoca esfuerzos en La Habana y descuida otras regiones del país.

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Imágenes: RL Hevia

Unas cuantas manifestaciones en La Habana, capital de Cuba, fueron suficientes para que el gobierno diera inicio a una “revolución” de limpieza y embellecimiento en la ciudad, además de realizar varias reuniones para abordar lo que es ampliamente reconocido como problemático, pero que rara vez se soluciona.

Es como si el Gobierno de La Habana no se diera cuenta de las deficiencias que existen en cuanto al deterioro de los servicios, la crisis energética, la falta de agua y la limpieza urbana.

Una de estas reuniones, de las tantas que se celebran, colocó a La Habana como centro de las prioridades nacionales, y durante un fin de semana, diversas instituciones han sido convocadas a “salir a la calle”, participar en jornadas de limpieza y fortalecer el control sobre el cumplimiento de los servicios básicos.

Entre las acciones más visibles se incluyó la evaluación de la situación eléctrica, la inspección de las plantas de generación y los circuitos de distribución, así como la revisión de los sistemas de agua, que sufren de roturas y pérdidas que afectan a amplios sectores, especialmente tras la salida de Cuenca Sur.

Las autoridades locales aseguran que “La Habana seguirá siendo una prioridad por su peso estratégico y simbólico dentro del país”; sin embargo, esta priorización ha suscitado cuestionamientos tanto dentro como fuera de la capital.

Muchos creen que los mismos problemas –apagones, falta de agua, transporte ineficiente, inflación y deterioro de los servicios– se extienden a lo largo de toda Cuba, sin recibir atención ni recursos similares.

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Infraestructura deteriorada y prioridades dispuestas de manera desigual

Después de semanas de alertas por parte de la población y de inacción por parte de las autoridades, el Ministerio de Salud Pública emitió una alerta epidemiológica en la ciudad de Cárdenas debido al aumento de casos sospechosos de dengue y chikungunya, reconociendo que las deficiencias en la recolección de desechos mantienen un alto riesgo de epidemia. Lo que ocurre en Matanzas se observa también en otras provincias: el riesgo es generalizado, no exclusivo.

En las provincias, las oficinas de la UNE no cumplen los horarios establecidos, como se exige en la capital, y se reportan cortes de electricidad de hasta 18 y 20 horas diarias en lugares como Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba.

Así, La Habana se presenta como un caso especial por dos motivos. En primer lugar, recibe una atención política y proyectos de inversión desproporcionados, al concentrar la mayor parte de las actividades turísticas y de instituciones estatales clave.

En segundo lugar, esa priorización genera efectos contrarios al acaparar recursos y aumentar la desigualdad territorial, creando la percepción justificada de que se invierte más en la ciudad más poblada del país, aunque sea solo en infraestructura hotelera.

El viejo dicho popular, “La Habana es Cuba y el resto, áreas verdes”, sigue resonando con una fuerza que resulta incómoda; sin embargo, en este momento ilustra la situación del país.

Cuba parece dividirse en dos realidades: una capital embellecida bajo presión y el resto del país exhausto, donde los mismos problemas persisten sin movilizaciones ni soluciones.

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