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Las autoridades de Trinidad, Sancti Spíritus, han detenido a dos ciudadanos cubanos sorprendidos en posesión de varios billetes falsos de 100 dólares, según indicó este fin de semana el perfil oficialista Mi Lealtad Acrisolada. La fuente destacó el suceso como un “operativo rápido y preciso” en la lucha contra presuntos estafadores.
Los arrestados, cuya identidad no fue divulgada, eran interceptados mientras se trasladaban en motocicleta. Según la publicación, tenían la intención de introducir los billetes en la economía local, presumiblemente a través de transacciones informales. El mensaje en redes sociales fue acompañado de imágenes borrosas tanto de los sospechosos como de los dólares confiscados.
No obstante, la forma en que se ha presentado el caso se suma a una extensiva lista de operativos similares donde la narrativa oficial prioriza la propaganda sobre la transparencia.
En julio, un incidente en Colón, Matanzas, fue ampliamente difundido por los medios estatales tras la detención de un hombre que habría pagado con un supuesto billete falso de 100 dólares. No se presentaron pruebas concluyentes, ni se determinó si el acusado era consciente de la falsedad del billete.
Otro caso, ocurrido en marzo en el aeropuerto de Varadero, causó controversia cuando la Aduana confiscó 30 mil dólares falsos de utilería cinematográfica. A pesar de que se trataba de billetes sin valor legal y destinados a fines artísticos, el operativo fue presentado como una “gran incautación”, generando críticas en redes sociales sobre el uso del sistema penal como herramienta mediática.
Estos episodios evidencian una tendencia creciente: exhibir arrestos como prueba de eficacia institucional, aunque las evidencias concretas sean escasas. La carencia de detalles sobre las investigaciones y el escaso acceso a procesos judiciales transparentes socavan la confianza del público en la legalidad de estas acciones.
Aparte de los titulares, el riesgo de que circulen billetes falsos en la economía cubana representa una amenaza real para la población. En un contexto donde el dólar estadounidense se ha convertido en un medio de pago común, especialmente en el mercado informal, una simple transacción puede resultar en la pérdida de recursos vitales.