Foto: Shutterstock (imagen de referencia)
Texto: Fede Gayardo
El Ministerio del Interior (MININT) ha determinado que los huesos encontrados en el patio de una vivienda en Las Tunas pertenecen a animales y no a personas, según un comunicado emitido por el Gobierno local tras los rumores surgidos en las redes sociales.
La investigación se inició luego de que, el miércoles pasado, un ciudadano denunciara la posible existencia de restos óseos de origen humano en el patio de una casa ubicada en la calle Julián Santana, en el Reparto Santo Domingo.
Después de la denuncia y de inspeccionar el lugar, las autoridades confirmaron la presencia de material óseo. “Luego de una exhaustiva búsqueda por parte de las autoridades competentes, se confirmó la existencia de restos óseos en el sitio”, indica el comunicado.
El informe oficial complementa que “el hallazgo fue evaluado con rigor por especialistas de Medicina Legal en el Hospital Provincial Ernesto Guevara de la Serna, quienes concluyeron que los restos corresponden a animales”. Sin embargo, la nota no especifica la especie de los huesos, la cantidad encontrada ni el motivo del enterramiento.
La circulación de imágenes y especulaciones en redes y medios no estatales alimentó teorías que llegaron a sugerir múltiples crímenes. Antes del anuncio del MININT, se mencionó la posibilidad de que un vecino del inmueble, con antecedentes de conductas violentas o problemas mentales, fuera el presunto responsable, y que las supuestas víctimas podrían ser familiares o personas desaparecidas.
Este acontecimiento se produce en un contexto de incremento de episodios violentos y el agravamiento de la crisis económica en la Isla. Entre los incidentes recientes que han repercutido en la opinión pública se encuentra, además, el descubrimiento de una cabeza humana en un contenedor de basura en la ciudad de Santiago de Cuba, un caso que generó un gran revuelo y sobre el cual las autoridades informaron que el sospechoso ya ha sido detenido.
Lo ocurrido en Las Tunas evidencia no solo la rapidez con la que se propagan los rumores, sino también la necesidad de respuestas rápidas y claras por parte de las instituciones, que a menudo no proporcionan información y alimentan así las suposiciones y conjeturas.