En medio de la crisis de suministros, llegan cargamentos de arroz al puerto de La Habana.

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Foto: RL Hevia

En un contexto de escasez generalizada, las autoridades cubanas están llevando a cabo una operación de descarga en el puerto de La Habana: 16 mil toneladas de arroz destinadas a la canasta familiar normada, uno de los productos más anhelados por la población.

Adicionalmente, se están descargando cinco mil toneladas de polvo de arroz, según informes. Este segundo lote se destinará a la producción de alimento animal, con el objetivo de sostener la precaria producción agropecuaria.

La operación no se limita a la capital. Según reportes oficiales, maniobras similares se están realizando en otros puertos del país, como parte de los esfuerzos del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) por avanzar en la entrega del grano, que ha estado significativamente demorada.

La tardanza en la distribución no es un asunto nuevo. El arroz, al igual que otros productos esenciales como el azúcar, la sal, el café y productos de higiene, está llegando con cada vez más irregularidad a las bodegas. Lo que antes se entregaba mensualmente ahora puede demorar entre tres y seis meses.

Desde el reordenamiento económico, numerosas entidades estatales han enfrentado crisis de gestión. El MINCIN, por su parte, apenas logra mantener una oferta básica y se ve cada vez más dependiente de las llamadas mini-industrias locales, que ofrecen productos de calidad deficiente y escasa aceptación.

Para muchos, la situación de desabastecimiento es ahora más crítica que en momentos anteriores. A medida que el arroz llega a los puertos, se convierte en noticia. No por la eficacia del sistema, sino porque representa la precariedad que se ha instalado en la vida cotidiana: la espera por lo básico se ha transformado en una rutina interminable.

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