Vuelta al corazón: la telenovela que los cubanos siguen durante los cortes de luz.

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Foto: RL Hevia

Estrenada en Cubavisión hace apenas dos meses, la telenovela Regreso al corazón hizo su aparición en la pantalla de la isla con un enorme desafío: entretener a los cubanos en un verano poco ameno, sumidos en apagones prolongados y carencia de lo esencial.

Bajo estas circunstancias, es prácticamente imposible que la audiencia siga la trama por televisión, dado que muchos hogares están a oscuras en ese horario. Además, la opción de YouTube ha dejado de ser viable para muchos, debido a las tarifas cada vez más elevadas de Internet impuestas por Etecsa.

No obstante, y casi de manera milagrosa, son muchos los que, tanto dentro como fuera de Cuba, siguen al tanto de las historias y subtramas de Regreso al corazón, un producto audiovisual que fusiona una narrativa emotiva con una cuidadosa estética visual.

Dirigida por Loysis Inclán y codirigida por Eduardo Eimil, ambos con trayectoria en este tipo de dramatizado, la telenovela presenta ante el espectador paisajes florales, primeros planos y planos secuencia que destacan por su solidez poética.

Sin embargo, esa misma belleza ha recibido críticas: en redes sociales y medios digitales se ha señalado cómo la opulencia estética se asemeja a estructuras narrativas extranjeras, especialmente mexicanas o turcas, lo que hace que la producción parezca inverosímil y distante de la cruda realidad que vive el cubano en la actualidad.

Algunos televidentes han argumentado que el atractivo visual cae en el exceso y socava la identidad cultural que tradicionalmente ha caracterizado nuestro dramatizado nacional. A diferencia de la telenovela anterior, Sábados de gloria, que logró conectar con la audiencia a través de guiones creíbles y personajes auténticos, Regreso al corazón parece retroceder en este aspecto.

El culebrón en cuestión se aventura más allá del típico sentimentalismo de la pareja protagonista —que, por cierto, solucionó su conflicto en los primeros capítulos— abordando temas como el bullying escolar, los entresijos del arte escénico y la inclusión social, mediante una trama centrada en una familia dedicada al cultivo y venta de flores, con un elenco de más de 40 actores, incluidos tanto noveles como intérpretes consagrados.

Entre los aspectos técnicos, resalta la cuidada fotografía y la música de Waldo Mendoza; sin embargo, uno de los puntos más criticados ha sido la dirección de actores, que en ocasiones resulta poco orgánica o excesivamente teatral, dificultando la conexión emocional con la audiencia.

Este último elemento no debería depender de limitaciones presupuestarias o circunstancias externas, dado que la actuación para la televisión requiere un enfoque específico que difiere tanto del teatro como del cine. La falta de organicidad en las interpretaciones compromete la credibilidad de la obra.

Regreso al corazón representa una apuesta doblemente audaz: por un lado, su estética elaborada ofrece un respiro visual y emocional en tiempos complicados; por otro, su inclinación hacia fórmulas narrativas foráneas puede alejarla de lo que realmente resuena con el público cubano.

Lo cierto es que, más allá de sus virtudes y aspectos mejorables, la telenovela sigue siendo seguida por cubanos que, a pesar de los apagones o al tratar de ahorrar datos de Internet, la buscan con la esperanza de que este Regreso al corazón pueda también ser una especie de retorno al folletín.

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