Foto: Archivo CN360
Menos de 150,000 toneladas métricas. Ese es el resultado de la zafra 2024-2025, según datos publicados por la agencia EFE basados en cifras oficiales. La producción no solo estuvo muy por debajo del objetivo estatal de 265,000 toneladas, sino que también representó menos de la mitad de lo obtenido el año anterior, marcando un nuevo mínimo histórico.
El colapso del sector no es un fenómeno aislado. Desde mayo, las proyecciones ya anticipaban que el volumen no superaría las 200,000 toneladas. Esta crisis se debe a la escasez de caña, los prolongados apagones, la falta de combustible y el deterioro de los ingenios, que mayormente operan con equipos anticuados y un mantenimiento deficiente.
En Villa Clara, la situación fue desalentadora: los centrales Héctor Rodríguez y Quintín Bandera no lograron alcanzar el 50% de sus metas. Las escasas siembras, la falta de semilla y las reparaciones inconclusas afectaron la producción. De hecho, la provincia ha acumulado incumplimientos continuos desde 2019.
Granma tampoco vio mejoras en este declive. Su zafra finalizó con solo 5,277 toneladas, muy por debajo de las casi 20,000 previstas. El central Enidio Díaz Machado fue el último en cerrar, pero no logró cambiar el bajo desempeño de los demás ingenios, que operaron a mínima capacidad.
En Camagüey, por ejemplo, de las 23,500 toneladas que se proyectaron, solo se lograron 4,000. El central Carlos Manuel de Céspedes, el único activo en la provincia, perdió el 87% de su tiempo de molienda debido a roturas mecánicas, escasez de insumos y problemas técnicos. Las autoridades locales admitieron la gravedad de la situación.
Asimismo, Guantánamo y Las Tunas registraron sus peores cifras históricas. El Argeo Martínez, en Guantánamo, produjo solo 2,900 toneladas, un 38% de lo planificado, tras un inicio con más de 40 días de retraso. El Antonio Guiteras, el mayor ingenio del país, apenas alcanzó el 16% de su objetivo, detenido por constantes paradas.
En Ciego de Ávila, el central Primero de Enero no procesó caña este año. Una deuda eléctrica causó su paralización, resultando en reubicaciones forzosas de trabajadores y atrasos salariales. Las autoridades no han proporcionado una estrategia pública para solucionar el problema.
Desde el cierre de más de 100 centrales en 2002, la capacidad industrial ha disminuido drásticamente. En la actualidad, el país no satisface su consumo interno, estimado entre 600,000 y 700,000 toneladas anuales, lo que lo obliga a depender de importaciones. Lo que fue un pilar económico y símbolo nacional enfrenta una crisis estructural que parece no tener fin.