Foto: RL Hevia
Fidel Castro ha dejado de ser una leyenda. Durante años, promovió la idea de una “Revolución” en Cuba, desafiando al mundo con sus interminables discursos. Convenció a toda una nación de que su enfoque político era el más adecuado, convirtiéndose así en un modelo de liderazgo carismático profundamente entrelazado con la definición y control de toda una isla.
Hoy, Cuba conmemora el 99 aniversario de su nacimiento, el de un presidente cuyas frases se han grabado en la memoria colectiva, muchas de ellas transformadas con el tiempo en símbolos de promesas no cumplidas.
Por ejemplo, en febrero de 1959, afirmó: “Estoy seguro de que en pocos años elevaríamos el estándar de vida de los cubanos por encima de Estados Unidos y Rusia”. Un mes antes, había proclamado: “No ambiciono el poder… Restableceremos todos los derechos y libertades, incluida la libertad de prensa”. Más de sesenta años después, el país se esfuerza por sobrevivir a sus peores crisis, consecuencias de su gobierno.
En ese mismo año, en Santiago de Cuba, declaró: “Habrá libertad para quienes hablan a favor y en contra de nosotros, nos critican”, y pocos días después añadió: “Nuestro país es libre. No hay censura y el pueblo puede reunirse con libertad. Nunca usaremos la fuerza y el día que el pueblo no me quiera, me iré”. Hoy, las historias de represión y censura son más frecuentes que nunca, como pueden atestiguar los cientos de prisioneros políticos.
El 13 de enero de 1959, afirmó: “Sé que están preocupados si somos comunistas. Quiero dejar claro, no somos comunistas. Yo no soy comunista ni lo es el movimiento”. Sin embargo, el 1 de diciembre de 1961, proclamó: “Puedo decir, con total satisfacción, que soy marxista-leninista y lo seré hasta el último día de mi vida”. ¿Era un partidario del comunismo o no? La historia misma lo ha confirmado.
También sostuvo: “Jamás se ha torturado a nadie en una cárcel revolucionaria”, a pesar de los informes de organizaciones internacionales que documentaron abusos. En enero de 1959, lanzó la frase: “¿Armas para qué?”, mientras que años después el país contaba con más de medio millón de efectivos en sus Fuerzas Armadas.
En agosto de 1966, prometió: “Habrá tanta leche que se podrá llenar la bahía de La Habana”, y en 1970 afirmó: “Vamos a producir más azúcar que ningún otro país del mundo”. La Zafra de los 10 millones no se acercó a esa meta.
En junio de 2008, anunció: “Cuba, en un breve tiempo, se convertirá en un país exportador de petróleo”. Y en marzo de 1959 declaró: “Convertiremos a Cuba en el país más próspero de América, el pueblo de Cuba alcanzará el nivel de vida más alto que ningún país del mundo”. Lo más lejano a la realidad.
Hoy, frente a la roca que guarda sus cenizas en Santiago de Cuba, el oficialismo intenta mantener el mito. Sin embargo, en la realidad cotidiana, marcada por la incertidumbre, la escasez, la represión y el éxodo masivo, las palabras de Fidel Castro resuenan como recordatorios de un país que nunca llegó a existir.