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Cristina Escobar, una de las voces más destacadas del periodismo cubano, criticó abiertamente la incapacidad de los medios estatales para cumplir su función social, tras el revuelo que causó la entrevista al músico Israel Rojas, líder de Buena Fe, en el programa La Sobremesa, producido por la plataforma “independiente” La Joven Cuba (LJC).
“Todo el mundo preocupado por LJC y ni miran el estado de nuestros medios”, comentó Escobar en respuesta a una publicación del actual vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Francisco Rodríguez Cruz. En sus declaraciones, la periodista expresó su tristeza por el hecho de que un medio alternativo ocupe un espacio que, en su opinión, deberían llenar los canales oficiales con “programas de entrevistas de verdad” y “entretenimiento real y de calidad”.
Además, Escobar criticó que los medios estatales no hayan podido ofrecer información “veraz, precisa, intencionada y crítica” sobre la situación en Cuba, señalando que se están “inventando enemigos” mientras se ignoran las “ruinas” del sistema de comunicación institucional. “Mi más apretado abrazo para el que resiste en una trinchera que luce semi abandonada”, concluyó.
La respuesta institucional llegó a través de Francisco Rodríguez Cruz, quien defendió el artículo publicado por Cubadebate titulado “La trampa de la equidistancia”. Rodríguez descalificó el programa de LJC, calificándolo de “intencionado, sí, claro. Para mal”, escribiendo inicialmente: “No me veo yendo a explicar en Asturias qué debería hacer allá la militancia de Izquierda Unida”.
La alusión se refería al mismo artículo de Cubadebate, firmado por Carlos González Penalva, responsable de Comunicación de Izquierda Unida en Asturias, que analizó el “papel” de Israel Rojas en la entrevista. Aunque valoró su tono como “educado pero firme, honesto y sereno”, también advirtió sobre el contexto político del intercambio: “No hay diálogo inocente cuando el guion lo escribe el adversario”, sostuvo.
La polémica surge a raíz de las declaraciones de Rojas, quien durante la entrevista sugirió la necesidad de reconciliación entre los cubanos. Aunque ya lo había insinuado anteriormente, siguiendo a Silvio Rodríguez, su nuevo tono fue recibido con escepticismo por muchos, dada su historia de apoyo al gobierno cubano.
Más allá del contenido de la entrevista, el debate pone de manifiesto la fragilidad del ecosistema mediático cubano y el vacío que, según Escobar, están llenando los medios alternativos. Su crítica directa sacude al oficialismo desde dentro y reabre la discusión sobre el papel que deben desempeñar los medios estatales en un contexto de creciente descrédito.
Con su mensaje, Cristina Escobar no defendió directamente a La Joven Cuba, pero sí denunció lo que considera una crisis estructural de los medios estatales, sugiriendo que, mientras se atacan voces alternativas, se ignora el verdadero problema: la pérdida de relevancia y credibilidad de estos.