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Texto: Fede Gayardo
En la mañana de hoy 30 de julio de 2025, un terremoto de magnitud 8,8 sacudió la península de Kamchatka, en Rusia. El epicentro se localizó a tan solo 19 km de profundidad y a unos 119 km al este-sureste de Petropavlovsk-Kamchatsky, generando un temblor continuo de más de tres minutos que sorprendió a los habitantes locales e interrumpió la rutina de esta remota región.
Los datos oficiales del United States Geological Survey (USGS) confirmaron la magnitud tras una revisión al alza de 8,0 a 8,8 Mw y documentaron numerosas réplicas de hasta 6,9 Mw, lo que establece la inestabilidad de esta área del Cinturón de Fuego del Pacífico.
En Kamchatka y en las islas Kuriles septentrionales, el sismo generó tsunamis de hasta 5 metros que inundaron el puerto de Severo-Kurilsk, desprendieron embarcaciones de sus amarres y anegaron instalaciones industriales.
El gobernador Vladimir Solodov, en un mensaje enviado a través de Telegram minutos después del evento, caracterizó esta sacudida como “la más potente en décadas”, una afirmación respaldada por la Academia de Ciencias de Rusia, que la considera la de mayor energía registrada desde el gran terremoto de Severo-Kurilsk en noviembre de 1952.
El sismo mencionado de 1952 alcanzó una magnitud de entre 8,5 y 9,0 Mw, generó olas de hasta 18 metros que devastaron el asentamiento de Severo-Kurilsk (con más de 2,300 víctimas mortales) y es considerado uno de los más devastadores en la historia regional.
Solodov destacó que, a pesar de la intensidad del temblor actual y las réplicas de hasta 6,9 Mw, las infraestructuras críticas han resistido, y hasta el momento no se han registrado víctimas graves, aunque sí daños en una guardería y cortes de energía en varios distritos.
Pocos minutos tras el temblor, la Agencia Meteorológica de Japón emitió un aviso de tsunami para la costa pacífica nipona, con olas previstas de hasta tres metros. Las prefecturas de Hokkaido, Aomori y Miyagi implementaron órdenes de evacuación para cerca de 1,9 millones de personas, que buscaban refugio en terrenos altos o edificios seguros.
Además, el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico emitió avisos para Alaska, Hawái y la costa oeste continental de Estados Unidos (California, Oregón y Washington). En Honolulu y Kahului (Maui), las olas alcanzaron 1,7 y 1,4 metros, respectivamente.
Estos parámetros fueron suficientes para obligar al cierre de puertos y cancelar vuelos, aunque no causaron daños significativos ni alertas de emergencia adicionales. El gobernador de Hawái, Josh Green, declaró que “no se han observado olas de consecuencia”, pero mantuvo la recomendación de buscar refugio en pisos altos o terrenos elevados, un protocolo que se aplicó a nivel estatal.
En la costa de California también se activaron alarmas en varios puertos y se instó a la población costera a mantenerse alejada de muelles y playas durante las horas críticas. La alerta, aunque efectiva para prevenir incidentes, volvió a evidenciar la necesidad de sistemas de comunicación más ágiles y ejercicios de simulacro frecuentes.
Este terremoto pone de manifiesto que el Cinturón de Fuego es una zona peligrosa donde la placa del Pacífico se introduce bajo la placa Okhotsk, creando uno de los ambientes tectónicos más activos del planeta.
Aunque el sistema de alerta temprana funcionó de manera razonable, la discrepancia en las magnitudes preliminares (entre 8,0 y 8,8) ilustra el desafío que representa calibrar rápidamente la fuerza real del temblor.
Hasta el momento, según declaraciones del profesor Danila Chebrov, del servicio geofísico de Kamchatka, “las réplicas continuarán, aunque no se esperan temblores más fuertes en el corto plazo”.