Foto: Archivo CN360
La nueva política entró en vigor desde junio y coloca al solicitante cubano bajo un enfoque digital sin precedentes: antes de aprobar la visa estadounidense, el consulado en La Habana examinará todo lo que haya dicho, compartido o apoyado en redes sociales.
Esta orden, emanada de Washington y heredera de los filtros de seguridad instaurados durante la era Trump, ya se aplica en todas las misiones diplomáticas estadounidenses. Sin embargo, en Cuba se sentirá con mayor fuerza debido al historial de restricciones migratorias.
El mayor impacto recae sobre las categorías F (estudiantes universitarios o de idiomas), M (formación técnica o vocacional) y J (programas de intercambio, desde au pairs hasta profesores e investigadores). Cada año, cientos de cubanos viajan bajo estas categorías en busca de grados, becas o experiencias laborales.
Quien presente la solicitud deberá hacer públicos sus perfiles de Facebook, X, Instagram o la red que utilice; los oficiales consulares analizarán publicaciones, comentarios y grupos para identificar “riesgos de seguridad”.
Las señales de alerta son evidentes: elogios al Partido Comunista cubano, apoyo entusiasta al gobierno revolucionario, solidaridad activa con Palestina o críticas directas a Israel pueden resultar en un “no” en el pasaporte.
Esta norma no es exclusiva de La Habana; se extiende a consulados en Perú, México, España o Argentina. Sin embargo, la inclusión de Cuba en listados de visados con controles adicionales convierte a los cubanos en uno de los grupos más vigilados.
Para la mayoría, el trámite ya era lento debido a la falta de personal y los exámenes financieros. Ahora, se debe añadir una auditoría personal: borrar, archivar o justificar cada publicación que pueda interpretarse como hostil a la política exterior de EE.UU.