Texto: Hugo León
Foto: Archivo CN360
A partir de este viernes 4 de julio, la Empresa de Producción de Alimentos en Villa Clara reanuda la entrega diaria del pan que forma parte de la canasta básica, tras varias semanas marcadas por retrasos y dudas en su distribución. No obstante, a pesar de esta buena noticia, las autoridades reconocen que la situación todavía dista de ser óptima.
El director de la entidad, Odel Dueñas, explicó que la producción se llevará a cabo bajo condiciones técnicas limitadas. La crisis energética ha obligado a depender de hornos tradicionales, ya que muchos equipos eléctricos no pueden operar con normalidad.
En declaraciones a la emisora provincial CMHW, Dueñas admitió que se está trabajando “con las alternativas disponibles”, pero no especificó cuánto tiempo se podrá asegurar la estabilidad en la entrega del pan, un alimento esencial para la población cubana.
Uno de los aspectos que complica el proceso es la calidad de la materia prima. La harina disponible proviene de lotes envejecidos y no cumple con las condiciones óptimas para el proceso industrial, lo que impacta inevitablemente en el producto final.
A pesar de estas limitaciones, se mantendrá el gramaje establecido de 60 gramos por unidad, aunque los consumidores tendrán que esperar para verificar si el pan cumple con los estándares de calidad mínimos, un tema que ha suscitado la atención de muchos cubanos en redes sociales durante los últimos meses.
Venta de pan: una crisis que se extiende por toda la isla
La dificultad de acceso a un bien de consumo tan básico como el pan no es exclusiva de Villa Clara. Otras provincias enfrentan problemas similares, o incluso más graves, que los que presenta esta provincia central, que hoy reanuda la venta del pan normado.
En Artemisa, por ejemplo, el pan se distribuye en días alternos y se han incorporado harinas alternativas de boniato o yuca para compensar la escasez de trigo. En Guantánamo, la entrega se limita a menores de 13 años y a instituciones estatales.
Mientras tanto, los precios del pan liberado, vendido fuera de la libreta de abastecimiento, han aumentado en todo el país. En lugares como Cienfuegos, una pieza de 200 gramos puede llegar a costar 150 CUP, mientras que en la Isla de la Juventud, el pan reapareció recientemente a un precio de 110 CUP por unidad, lo que resulta inaccesible para muchos.
La escasez de harina y la falta de infraestructura para su procesamiento han incrementado las desigualdades entre provincias. Según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), el precio del pan no normado varía considerablemente: en abril, una unidad de 80 gramos costaba 60 CUP en Santiago de Cuba, mientras que en Ciego de Ávila se podía adquirir por 18 CUP, una brecha que expone la vulnerabilidad del mercado alimentario cubano.
La energía, otro obstáculo
Los problemas en el suministro de harina se suman a la crisis energética. En Santiago de Cuba, por ejemplo, solo llegan una o dos rastras de harina cada dos días, cantidad insuficiente para satisfacer la demanda. En muchos municipios del país, los apagones han obligado a recurrir a métodos artesanales y a limitar la producción.
La reapertura de panaderías, aunque celebrada por algunos, no representa una solución definitiva. Los especialistas coinciden en que, mientras no haya un flujo estable de insumos y energía, la distribución diaria de pan seguirá presentando desafíos.
Por su parte, los consumidores enfrentan largas colas para obtener productos de calidad irregular, en medio de una economía golpeada por la inflación y salarios bajos. El pan, que alguna vez fue símbolo de la canasta básica, continúa siendo un termómetro que mide la gravedad de la crisis que atraviesa el país.