Texto: Darcy Borrero
En San Isidro, un vecindario de La Habana que comparte su denominación con otros lugares sagrados, hay sangre, una huelga de hambre y sed, y la firme determinación de llegar hasta el final. En San Isidro, a pesar del peligro de muerte, también hay arte, poesía y vida. Las demandas de los huelguistas se mantienen firmes. El rapero Denis Solís, parte del Movimiento San Isidro, continúa encarcelado después de haber sido procesado rápidamente por «desacato». Las tiendas que venden en Moneda Libremente Convertible siguen abiertas, dejando a los cubanos que no reciben remesas del exterior sin posibilidad de adquirir productos.
Familiares y amigos han logrado llegar hasta los huelguistas (algunos en huelga de hambre y otros de hambre y sed) con la esperanza de que no ocurra lo peor ante el deterioro físico de uno de ellos. Es Maykel Osorbo, un rapero que expresa sus pensamientos de forma directa a través de sus redes sociales.
Acostado sobre una manta en el suelo de su habitación en la calle Damas 955, tiene los ojos entrecerrados y los brazos extendidos sobre el pecho. En su muñeca izquierda, un reloj que ya cuenta 146 horas de huelga de hambre y sed. También lleva una manilla denominada ibdé como protección según la religión Yoruba. En el otro brazo, un tatuaje con el nombre Madelín. Esta es la descripción tomada de una fotografía en Facebook.
«Estamos reclamando nuestros derechos a quienes manipulan», declaró en una transmisión hace un par de días, enfatizando a quienes le instaban a ceder: «No voy a tomar agua. Prefiero morir». Era el 22 de noviembre y, además de transmitir en vivo, el rapero escribió este mensaje: «Me desperté ahora, son las 8:50 pm, reflexiono, beso a mi pequeña en la frente y pienso que no estuvieron todos los que debían. Pero me siento más que seguro de mí mismo y de mis amigos que llevan 4 días aquí conmigo; y de aquellos que, desde cualquier parte del mundo, se manifestaron. Y qué decir de los que están aquí, que fueron a las convocatorias. No tengo palabras para describir el gran apoyo que hemos recibido de los cubanos en todas partes, también del exilio. ¡Viva Cuba Libre! ¡Libertad para Denis Solís González!».
Se refiere a la movilización que tuvo lugar esa tarde frente a la estatua de José Martí en el Parque Central, a varias cuadras de Damas y San Isidro, donde los huelguistas aún permanecen este martes. Desde allí, Anamely Ramos, curadora del Movimiento San Isidro, se despidió la noche del domingo: «Nos preparamos para pasar la noche. Estamos profundamente preocupados por las agresiones de ayer y la vulnerabilidad de nuestros amigos en huelga de hambre y sed. Desde la espiritualidad de cada uno, compartimos nuestra experiencia de estos días juntos, deseando que nuestra energía llegue a Denis Solís y a todos los valientes que salieron a las calles en Cuba».
Muchos de ellos fueron reprimidos y llevados en patrullas a centros de interrogación, un hecho documentado por diversos medios.
Un video de Solís circula en el que confiesa bajo interrogatorio que recibía llamadas de «terroristas» para colocar coronas a Martí. Para Maykel Osorbo, esto es una farsa. En otro video, ampliamente compartido en redes sociales, se observa cómo Solís confronta a un policía que se presentó en su casa sin autorización. Es la escena del ‘desacato’ que motivó su arresto. El joven demuestra allí su homofobia y su apoyo a Donald Trump, pero también su resistencia ante el poder que lo acosa. La pena de 8 meses de prisión fue impuesta durante un juicio realizado por el Tribunal Municipal de La Habana Vieja, al día siguiente de su detención.
Esta protesta pacífica de San Isidro ha llegado a las portadas internacionales y a medios independientes, mostrando a Luis Manuel Otero Alcántara, Maykel Osorbo (ambos en huelga de hambre y sed desde hace más de 140 horas), Iliana Hernández, Esteban Rodríguez, Osmani Pardo, Oscar Casanella y Adrian Rubio (en huelga de hambre por el mismo tiempo). También está la poeta Katherine Bisquet, quien se unió a la huelga de hambre hace 48 horas.
«Aún hay tiempo para que este día finalice… y se detengan… Sabemos que el Ministro del Interior, un funcionario dado a la violencia, ha muerto; tal vez este sea un punto de inflexión, tal vez ahora el pragmatismo prevalezca porque no creo que haya un ápice de humanidad, los conozco bien. Que predomine el pragmatismo. A pesar de esto, Cuba va a entrar en el siglo XXI. A pesar de la injusticia y el abuso, vamos a ganar. Liberen a Denis», se escucha decir a una de las mujeres que permanecen en acuartelamiento en apoyo a los huelguistas: Omara Ruiz Urquiola, paciente de cáncer y exprofesora universitaria.
El periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez, quien tomó un vuelo de Miami a La Habana y eludió a la Seguridad para entrar en Damas 955, comentó: «Sabemos que están asustados, que son los últimos estertores de un régimen que ya no tiene todo el poder que tenía. Precisamente en este contexto, deben saber que es necesario dialogar, y el diálogo se traduce en hechos, no en palabras. El diálogo es la libertad de Denis… Ese es el único lenguaje con el que estamos dispuestos a conversar».
Mientras tanto, el programa Mesa Redonda de la Televisión Cubana estatal se dedica hoy a Estados Unidos. «El presidente Donald Trump sigue prolongando la controversia electoral en EE.UU. al no reconocer la victoria de su oponente, mientras Biden comienza a nombrar los puestos clave de su futuro gobierno», es el tema de la transmisión en vivo por Facebook, donde algunos cubanos dejan comentarios demandando que informen sobre lo que sucede en La Habana: «Digan la verdad de lo que pasa en San Isidro», escribe la usuaria Kary González.
La realidad es que alguien podría morir ahí, que el reloj en el brazo de Maykel debe marchar al unísono con el de su pecho, que el tiempo se agota para los huelguistas. Se han enviado cartas a cardenales y a autoridades, a ministerios de fe y a ministerios regidos por hombres y mujeres. La verdad es que mientras un exministro de Cultura tacha de marginal a Denis Solís, más de 400 cineastas han firmado para salvar las vidas que hoy resisten en San Isidro.
A pocas horas de conmemorar el cuarto aniversario de la muerte de Fidel Castro, y mientras la televisión nacional inunda con imágenes para recordarlo, alguien puede morir en San Isidro, si no es que la nación cubana muere un poco más.