Texto: Darcy Borrero
La comunidad de inteligencia de EE.UU. no halló evidencias de que actores extranjeros intentaran modificar los procesos de votación durante las elecciones, aunque sí evaluó las intenciones externas de influir en la opinión pública.
Un informe de los servicios de inteligencia de Estados Unidos analizó la interferencia de otras naciones en las opiniones de los votantes durante la campaña de noviembre de 2020, cuando Donald Trump buscaba su reelección y Joe Biden aspiraba a debutar en la máxima posición del gobierno.
Tras días de incertidumbre y una proclamación inusual de Donald Trump como presidente antes de que se emitiera el veredicto oficial, el conteo terminó favoreciendo a Biden. Ahora, meses después, la inteligencia de este país norteamericano presenta su versión sobre los hechos detrás de escena.
Maniobras de actores geopolíticos sugieren que la disuasión sobre los votantes no es descartable: el informe menciona a Cuba y Venezuela por un lado, y a Rusia e Irán por otro, mientras que absuelve a China.
Según el documento del Consejo de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, los dos países caribeños llevaron a cabo acciones dirigidas a influir en la opinión pública en contra de la candidatura de Donald Trump (2017-2021) en las elecciones del 3 de noviembre de 2020.
“Evaluamos que Cuba buscó socavar las posibilidades electorales del expresidente Trump a través de un discurso antirepublicano y prodemócrata ante la comunidad latinoamericana; la inteligencia cubana probablemente apoyó algunas actividades de bajo perfil para respaldar este esfuerzo”, indica el informe.
A pesar de que el informe acepta que no hay información que sugiera que los regímenes actual o anterior de Venezuela hayan intentado comprometer la infraestructura electoral de EE.UU., destaca que el presidente Nicolás Maduro, quien es un ‘oponente’ de Trump, “tuvo la intención, aunque probablemente no la capacidad, de influir en la opinión pública en Estados Unidos en contra del expresidente”.
Por otro lado, el informe señala que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, habría autorizado a su gobierno a perjudicar a Joe Biden durante las elecciones de 2020.
“Putin autorizó —y varias organizaciones del Gobierno ruso ejecutaron— operaciones de influencia dirigidas a desacreditar la candidatura del presidente Biden y al Partido Demócrata, apoyando al expresidente Trump, minando la confianza de la población en el proceso electoral y exacerbando las divisiones sociopolíticas en EE.UU.”, expresa el informe.
Además, aclara: “No tenemos indicios de que ningún actor extranjero haya intentado alterar ningún aspecto técnico del proceso de votación en las elecciones estadounidenses de 2020, incluyendo el registro de votaciones, la emisión de boletas, la tabulación de votos o la presentación de informes de resultados”.
Por su parte, el informe menciona a China, concluyendo que la nación asiática no “desplegó esfuerzos de interferencia”. Tampoco llevó a cabo acciones para alterar el resultado de las elecciones, aunque sí “consideró” hacerlo.
En contraste, Irán, según se refiere en el informe, ejecutó una campaña encubierta en varios frentes con el objetivo de disminuir las probabilidades de reelección de Trump.
“Consideramos que Irán llevó a cabo una campaña encubierta en varios frentes dirigida a reducir las posibilidades de que el presidente Trump fuera reelecto”, asegura.