Pan «en las nubes»: los cubanos enfrentan un nuevo aumento en los costos.

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Foto: RL Hevia

El precio del pan en Cuba ha vuelto a aumentar debido al encarecimiento de las materias primas. Dannei González Tejeda, jefa de operaciones de la Empresa Cubana del Pan, lo confirmó durante una entrevista con una emisora local en Sancti Spíritus.

Este ajuste no será despreciable. A partir de ahora, el pan suave de 200 gramos tendrá un costo de 120 pesos cubanos, mientras que el pan de corteza dura alcanzará los 145 CUP, al menos en esta región.

La explicación oficial indica que el aumento es necesario para poder adquirir harina, levadura, azúcar y otros insumos de actores económicos no estatales, cuyos precios han aumentado notablemente en los últimos meses.

A pesar de esto, la incomodidad popular no se hizo esperar. En las redes sociales, las críticas proliferaron. «Pobre de nosotros los jubilados y, evidentemente, todo el pueblo cubano», lamentó una usuaria, mientras que otro internauta cuestionó el silencio mediático del Estado: “¿Se imaginan si fuera un particular? ¡Cuántas Mesas Redondas para atacarlo!”, escribió.

Este problema se suma a una prolongada crisis de desabastecimiento. En septiembre pasado, el Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL) decidió disminuir el gramaje del pan normado de 80 a 60 gramos para «garantizar la distribución», lo que, lejos de solucionar el problema, evidenció la fragilidad del sistema alimentario nacional.

Mientras tanto, la harina, un insumo esencial para la producción de pan, se ha vuelto cada vez más escasa y depende casi exclusivamente de importaciones. Esto ha generado dificultades crecientes para mantener un suministro regular, debido a los altos precios internacionales y la falta de liquidez interna para asegurar contratos.

El resultado de esta cadena de problemas es claro: un aumento en el costo de los alimentos y mayor presión sobre los ingresos de las familias.

Este incremento de precios afecta, una vez más, a los sectores más vulnerables. Jubilados, trabajadores estatales y familias de bajos ingresos ya consideran el pan como otro producto que se aleja de su alcance cotidiano.

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