Mujeres en Cuba y la cultura machista

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Fotografías: Gentileza de la entrevistada

Texto: Karla Castillo

El ocho de marzo se aproxima, Día Internacional de la Mujer, y ONU Mujeres destina esta fecha a las líderes y a la lucha por un mundo equitativo. En mi opinión, es una perfecta ocasión para profundizar en la vida detrás de las redes sociales de algunas emprendedoras cubanas.

Valientes, decididas y con un coraje que asombra a muchos, estas mujeres han decidido emprender en medio de un contexto económico desafiante (ese que siempre ha afectado a Cuba y que ha empeorado en tiempos recientes), con el monumental objetivo de materializar sus sueños y convertirse, ¿por qué no?, en las dueñas de sus propias empresas.

Desafortunadamente, la sociedad y mentalidad machista cubana han llevado a que no todas reciban el apoyo necesario desde su núcleo familiar, grupo de amigos y su entorno general. Así que hoy, traigo la experiencia de una de estas inspiradoras mujeres.

Katerine Ocaña, conocida como Katy Ocaña, es uno de los nombres más destacados en el ámbito del diseño de autor, especialmente en el mundo de los accesorios. Como propietaria de la línea homónima, se destaca por el estilo único de las prendas que crea.

Su colorido universo de ilustraciones, decoraciones, bordados, cuentas, botones y detalles reciclados refleja su vida personal, como madre de dos hijos y mujer que valora profundamente a su familia. En este contexto, compartió su experiencia.

“No puedo decir que no haya recibido apoyo de mi familia, pero siempre hay un atisbo de micro machismo. Apoyan tu éxito y desarrollo profesional, siempre y cuando tus responsabilidades domésticas no se vean afectadas. Incluso cuando tu actividad aporta significativamente a la economía familiar, es difícil conseguir sustitución en las tareas del hogar; en el mejor de los casos, te apoyan, pero no se hacen cargo completamente”.

Ella mencionó que vive con tres hombres (sus dos hijos y su esposo) y, aunque ha fomentado una mayor involucración de ellos en su empresa, no es del todo suficiente.

“Recientemente, mi esposo ha comenzado a participar un poco más con la gestión, la licencia y las actividades fiscales, y mi hijo mayor se ocupa de las entregas a domicilio. Intento convertir esto en un negocio familiar, pero hasta ahora solo he conseguido apoyo cuando sus propias ocupaciones lo permiten”.

“Estoy convencida de que si se invirtieran los roles, no habría discusión sobre quién debería encargarse de las tareas del hogar. Así que sí, las mujeres en Cuba continuamos enfrentando el machismo”, añadió.

Al preguntarle si cree que las mujeres cubanas enfrentan obstáculos de género para emprender, respondió afirmativamente: “Por supuesto, aun sin ser amas de casa, y a menos que pueda pagar a alguien para que lo haga, la mujer cubana arrastra el estigma de las labores del hogar y el cuidado de los hijos, al menos la mayoría de ellas. Emprender implica poder manejar ambas responsabilidades y es una carga que afecta tanto física como mentalmente”.

Finalmente, discutimos el compromiso de las emprendedoras en esta situación. ¿Podrían contribuir a crear conciencia y cambiar mentalidades?

“Creo que ya estamos en esa tarea. Hemos estado rezagadas en comparación con otros países, pero poco a poco podemos transformar la mentalidad y actitud no solo de los hombres, sino también de las propias mujeres”.

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