La crisis del gas licuado continúa afectando a Cuba: múltiples provincias sin abastecimiento hasta nuevo aviso.

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Foto: Cuba Noticias 360

Santiago de Cuba enfrenta un nuevo episodio de escasez energética con la suspensión total del gas licuado de petróleo (GLP), según informó la Unidad Empresarial de Base de la División Territorial de Comercialización de Combustible (UEB DTCC). Esta medida, anunciada el lunes, ha dejado a miles de familias sin servicio, quienes dependen del GLP para cocinar.

La notificación oficial, divulgada a través de Telegram, fue breve: “la distribución queda interrumpida hasta tanto se disponga nuevamente del producto”. Sin proporcionar una fecha para su reanudación ni detalles sobre las causas, la entidad se limitó a ofrecer disculpas por las “molestias ocasionadas” y prometió mantener informada a la población.

Lo curioso es que hace apenas unas semanas, las autoridades afirmaban que el suministro estaba garantizado. “El abastecimiento está al 100 % para todos los clientes”, se leía en medios estatales a finales de mayo. Hoy, ese optimismo oficial contrasta con la realidad de fogones apagados y hogares sin alternativas.

¿Dónde está el gas prometido? Esa es la pregunta que muchos se hacen en Santiago y en otras provincias. En Villa Clara, la venta se ha detenido desde el 2 de junio. Las autoridades explicaron que no comunican la disponibilidad hasta tener certeza del producto, una estrategia que ha generado más dudas que certezas.

Los problemas se replican también en el occidente del país. “¿Se mantiene la distribución a los encamados? Empezó por 45 días y ya van más de tres meses sin reparto”, cuestionó una ciudadana desde Matanzas. La falta de información clara alimenta la preocupación, especialmente en sectores vulnerables.

No es la primera vez que se presenta una crisis de este tipo, pero sí una de las más prolongadas y generalizadas. El gas licuado no solo es una necesidad práctica: en muchas zonas, representa la única opción viable para la cocción de alimentos. Su ausencia repercute directamente en la alimentación y el día a día.

Esta situación refleja un patrón que se repite en otros ámbitos: promesas de abastecimiento que no se concretan, información incompleta y un creciente descontento popular. Mientras tanto, la economía nacional sigue sin la capacidad de responder a estas carencias básicas.

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