Foto: Archivo CN360 (Imagen Ilustrativa)
Léster Álvarez, un joven cubano que residía en el reparto Tulipán de Cienfuegos, presuntamente se quitó la vida dentro de la prisión de Ariza, donde estaba cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio. Llevaba cuatro meses realizando funciones de vigilancia interna cuando ocurrió este hecho, que ha impactado a vecinos y conocidos.
Una vecina cercana a la familia comentó al medio independiente Proa del Centro que el joven mostraba un rechazo constante hacia su asignación. “No quería estar ahí. Era evidente”, afirmó. La misma fuente destacó la carencia de apoyo psicológico para los reclutas y la insensibilidad del entorno militar ante sus sufrimientos.
Un amigo de la víctima añadió que la tragedia ocurrió con su propio rifle, lo que agrava las críticas sobre el acceso fácil a armas por parte de jóvenes que no tienen la preparación emocional necesaria para esa responsabilidad. El silencio de las autoridades hasta ahora solo ha incrementado la indignación.
En medio del dolor, los familiares de Léster claman por justicia, transparencia y respuestas que arrojen luz sobre un sistema que muchos consideran opaco y negligente.
Este no es un caso aislado. La muerte de jóvenes durante el Servicio Militar Obligatorio en Cuba no es un fenómeno nuevo, y ha estado marcada por una alarmante repetición de abusos, presiones psicológicas, condiciones extremas y negligencias. Organizaciones independientes y familiares han denunciado esta situación como una fuente de sufrimiento, y no de formación cívica.
Léster Álvarez se suma a una lista dolorosa. Jóvenes apenas salidos de la adolescencia enfrentando estructuras militares rígidas y deshumanizantes. En lugar de fortalecerse, muchos terminan desgastados, cargando traumas o, como en este caso, sin vida.
Estas muertes reabren el debate sobre el Servicio Militar en Cuba: ¿es una obligación patriótica o una condena silenciosa? En medio del duelo, los cubanos exigen una revisión profunda del sistema que promete formar ciudadanos, pero que a menudo acaba rompiendo vidas.
Hasta el momento, ni las autoridades de la prisión ni las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) han brindado explicaciones públicas sobre lo sucedido.