Foto: RRSS
Texto: Fede Gayardo
El fallecimiento de José Luis Quintana Fuentes, conocido como Changuito, ha conmocionado a la comunidad musical cubana. A los 76 años, este maestro de la percusión cubana dejó su huella en La Habana, así como un legado que el Instituto Cubano de la Música (ICM) describió como un “ejemplo de creatividad, virtuosismo y dedicación al arte”.
Su trayectoria, que la institución calificó como “larga y exitosa”, incluyó valiosas colaboraciones con destacados artistas tanto a nivel nacional como internacional.
Changuito adornó su carrera con tres premios Grammy: el primero en 1998 por el álbum Habana, junto a Chucho Valdés y el estadounidense Roy Hargrove; el segundo en 2001 con La rumba soy yo; y el tercero en 2004 por Lágrimas Negras, una obra que realizó junto a Diego El Cigala. Estos premios son reflejo de su vasta influencia y habilidad para conectar ritmos cubanos con audiencias de todo el mundo.
En 1970, junto a Juan Formell, creó Los Van Van, una orquesta que se convertiría en símbolo de la modernidad musical de la Isla. Allí perfeccionó el Songo, un ritmo innovador que fusionó la tradición afrocubana con sonidos contemporáneos. Durante más de dos décadas, “su virtuosismo en los timbales y tumbadoras se convirtió en el sello distintivo de la agrupación”, destacó el ICM.
A través de sus redes sociales, Los Van Van expresaron su “profundo dolor” por la pérdida del “genio de la percusión cubana”, quien, con su “talento y mano secreta, transformó la historia del ritmo en nuestro país. Hoy, la tierra lo llora y el cielo danza al ritmo de su tumbao”.
Nacido en 1948 en Casablanca, La Habana, Changuito demostró desde joven un talento innato para la percusión. Además de su vida artística, dejó una marca importante como educador, enseñando en la Universidad de las Artes de Cuba, la Universidad de Puerto Rico y el Berklee College of Music de Boston, entre otras instituciones. Entre sus alumnos destacan Emilio Vega, Samuel Formell, Giovanni Hidalgo y Karl Perazzo.
A pesar de su partida física, su legado resuena con fuerza en cada golpe de timbal y en cada nuevo proyecto que se atreva a explorar los límites del ritmo. En su honor, la próxima generación de percusionistas cubanos sigue soñando con el mismo fervor que Changuito insufló en el corazón de la música de la Isla.
