El gobierno de Cuba atribuye nuevamente los apagones al bloqueo: ¿cuánto más durará esta narrativa?

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Foto: Cuba Noticias 360

El gobierno cubano ha vuelto a señalar al embargo de Estados Unidos como la principal causa de la profunda crisis energética que ha sumido a gran parte del país en largos apagones. Esta vez, lo hizo de manera más enfática durante la Mesa Redonda, donde el viceministro primero de Energía y Minas, Argelio Jesús Abad Vigoa, afirmó que “los apagones no son resultado de errores internos, sino del criminal bloqueo norteamericano contra Cuba”.

Frente al presentador Randy Alonso, Abad mantuvo el discurso oficial: “Nosotros también sufrimos los apagones”, dijo, intentando humanizar la posición estatal, aunque sin proporcionar cifras concretas ni asumir mucha responsabilidad por la gestión del sistema eléctrico nacional.

Lo que siguió fue un discurso conocido. El funcionario argumentó que las dificultades para adquirir combustible, repuestos, contratar barcos o acceder a tecnología son consecuencia del embargo. Además, mencionó que algunos insumos, incluso cuando llegan, están “diseñados para fallar”.

“El bloqueo no es solo retórica”, afirmó Abad. “Si tuviéramos acceso a financiamiento internacional, podríamos resolver el problema con nuestros propios recursos”. En ese punto, el discurso dejó de ser técnico para convertirse en político: el embargo no solo restringe la economía, también justifica el colapso.

No fue el único en abordar el tema. Alfredo López Valdés, director de la Unión Eléctrica, reconoció que la situación es “grave”. Mencionó que se está trabajando en la reparación de cinco bloques generadores con el objetivo de añadir más de 500 megawatts al sistema, aunque la falta de diésel pone en riesgo ese esfuerzo.

Mientras tanto, los cubanos deben hacer malabares con velas. El sistema eléctrico está tan deteriorado que, según López Valdés, en ocasiones ni siquiera es posible rotar los apagones por falta de capacidad. El resultado: comunidades enteras sufren largas horas sin electricidad.

Abad intentó concluir con determinación: “Aquí no hay nada ficticio”. Una narrativa donde el embargo puede ser un factor, pero no el único responsable.

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