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El gobierno de Cuba ha decidido prohibir la histórica procesión del Cristo de la Humildad y Paciencia en Trinidad, Sancti Spíritus, una manifestación de fe que ha estado presente por más de un siglo en la comunidad católica.
Esta negativa oficial ha sido considerada como un nuevo acto represivo, denunciado por el sacerdote Lester Rafael Zayas Díaz a través de sus redes sociales.
Desde la Iglesia Parroquial de la Santísima Trinidad, el padre Zayas relató los acontecimientos que llevaron a la suspensión de esta ceremonia religiosa. Según su testimonio, la solicitud para realizar la procesión se presentó con 58 días de anticipación, superando así el plazo legal requerido de 30 días.
No obstante, las autoridades argumentaron que no existía tradición de dicha procesión en la localidad y que la solicitud fue tardía, afirmaciones que Zayas desmintió, considerándolas falsas e inconsistentes.
A pesar de la preparación de la comunidad y de la expectativa de los fieles para salir a las calles, el parque frente al templo fue ocupado por agentes de civil y motociclistas sin matrícula, lo que fue interpretado como una clara forma de intimidación. Para el sacerdote, la negativa del estado no fue simplemente un error administrativo, sino una “humillación” que afectó la dignidad de quienes ejercen su fe fuera de los límites impuestos por el poder.
El padre Zayas no se detuvo en cuestionar la burocracia. También hizo hincapié en el contexto político de la decisión, resaltando el contraste con festividades como el “Canchacharazo”, promovido por el propio gobierno con abundante logística, propaganda y permisividad, a pesar de no tener ningún arraigo religioso ni cultural en Trinidad.
“Negar el ejercicio de un derecho es un atentado contra todos los derechos”, afirmó Zayas en su mensaje.
La carta del sacerdote, titulada con la cita bíblica “Es horrendo caer en manos del Dios vivo” (Hebreos 10,31), se ha trasformado en un acto de denuncia contra lo que él considera una estrategia sistemática de silenciamiento. “¿Qué habría ocurrido si se hubiese realizado la procesión? Nada”, reflexionó Zayas, quien sostuvo que el verdadero temor del régimen radica en la capacidad de convocatoria de la fe, no en el desorden público.