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Un cartel de propaganda ubicado en una intersección de la ciudad de Holguín, en el oriente de Cuba, ha provocado una avalancha de críticas y burlas en redes sociales. Esto ocurrió después de que el activista cubano Ernesto Almaguer Díaz compartiera una imagen del letrero, que contenía una palabra aparentemente mal escrita en inglés.
El mensaje, que pretendía ser una declaración política de carácter internacional, utilizó “Sorri” en lugar de “Sorry”, lo que desencadenó una serie de reacciones que llegaron hasta figuras del oficialismo y periodistas estatales.
“Cuando vayan a hacer un cartelito comunista en otro idioma, al menos háganlo con buena ortografía. Es ‘Sorry’, no ‘Sorri’… ¿Ven que la educación gratis hace daño?”, expresó este usuario en su perfil de Facebook, adjuntando una imagen del cartel situado en la intersección de la Carretera Central con la Avenida Los Álamos, en esa ciudad.
“Útil y con perfecta ortografía el cartel que seguro verá Trumpi cuando pase por la intersección… Am sosori”, comentó desde su Facebook Edmundo Dantés Junior, famoso por su estilo sarcástico al abordar la actualidad cubana.
Este tipo de descuidos ocurre en un contexto donde el régimen cubano ha reafirmado su compromiso con una educación fuertemente ideologizada. De hecho, en febrero de este año, durante un taller nacional con directivos universitarios, se subrayó que la “defensa de la Revolución” será la prioridad formativa en 2025, por encima del desarrollo científico o técnico.
Bajo esta premisa, el vicepresidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Francisco Rodríguez Cruz, reaccionó con ironía ante la publicación viral: “¡Cayeron en la trampa y replicaron nuestra valla en su libelo! ¡Qué burros son! Gracias por eso; los j0dim0s, ‘sorri’…”. Su comentario fue celebrado por sus seguidores, algunos de los cuales incluso defendieron el uso de “sorri”, argumentando que aparece en el Diccionario de Americanismos.
Entre los comentarios de su publicación también surgió una crítica inesperada de Raúl Hernández Lima, periodista deportivo de Jit y encargado de prensa de la Asociación de Fútbol de Cuba, quien afirmó: “Pensé que el contenido de esas vallas pretendía movilizar emociones, apelaba a sentimientos… y ahora veo esto”. Sus palabras reflejan una creciente incomodidad incluso entre quienes laboran en medios estatales.
La persistencia en una propaganda rígida, sin autocrítica ni precisión, parece chocar cada vez más con una ciudadanía que encuentra en el humor y la sátira un canal para expresar su descontento y señalar las grietas del discurso oficial.