Foto: Archivo CN360
Juan Carlos García Granda, ministro de Turismo de Cuba, sorprendió a empresarios reunidos en la capital colombiana al proponer la creación de un “espacio de libre visado” que abarque toda América Latina y el Caribe. Este consistiría en un único documento de entrada, inspirado en el modelo Schengen, que permitiría recorrer varios países sin la necesidad de repetir trámites.
“Tal vez debemos comenzar a hablar de visas que sirvan para múltiples destinos, similar al espacio Schengen en Europa; es importante observar cómo lo ha llevado a cabo el mundo y aplicarlo en nuestra región para obtener beneficios comunes de flujos turísticos más amplios”, aseguró el funcionario en una entrevista concedida al diario El País durante el evento.
Reducir barreras burocráticas, articular una oferta integrada y competir con destinos globales son los objetivos principales de esta iniciativa, que busca diseñar paquetes multinacionales, coordinar rutas aéreas y lanzar campañas promocionales conjuntas.
¿Quiénes se beneficiarían primero? El ministro señala que los mercados emergentes de China, Turquía y Rusia son los más interesados en itinerarios multiculturales sencillos, especialmente ahora que los visitantes europeos muestran signos de estancamiento.
Las cifras respaldan esta propuesta: en lo que va de 2025, la llegada de turistas chinos a Cuba ha crecido un 48,6 % y la de turcos un 12,6 %, aunque el total de visitantes sigue siendo bajo; por otro lado, los viajeros rusos, que habían alcanzado los 185,000 en 2024, han disminuido en cerca de un 50 %.
Para García Granda, activar un visado regional podría consolidar estos flujos: “Ya contamos con mejores cifras que buscamos hacer crecer, y lo haremos ofreciendo una propuesta única como región que nos beneficie a todos.”
Aún sin un documento formal ni discusión multilateral en curso, la propuesta comienza con una ventaja simbólica: posiciona al turismo como un puente de integración económica y política en un momento de recuperación desigual tras la pandemia y la crisis inflacionaria.
Si los gobiernos logran establecer mecanismos migratorios compatibles, el anhelado viaje de un turista asiático podría comenzar en La Habana, continuar por Bogotá y finalizar en Río de Janeiro, todo con la misma visa: un cambio de escala que redefiniría la percepción de América Latina como bloque turístico.