Sobre la censura de ‘Alicia en el pueblo de las maravillas’ | Cuba Noticias 360

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En 1991, la vida parecía llegar a su fin para Daniel Díaz Torres. La presentación de su película “Alicia en el pueblo de las Maravillas” en el cine Charles Chaplin, de La Habana, se convirtió en un escándalo. La entrada al cine estaba reservada para militantes del partido comunista de Cuba, de la Unión de Jóvenes Comunistas y otras personas consideradas “confiables” por el gobierno. Las críticas en los medios oficiales la condenaron al ostracismo. Hoy, a casi 30 años de su estreno (el 13 de junio de 1991), todavía no se ha liberado de la sombra de la censura que la acompaña y que impide su proyección en televisión.

La película fue prohibida en toda la isla bajo el argumento de ser contrarrevolucionaria. Sufrió actos de repudio organizados por instituciones afines al partido comunista, prácticamente todas las del país. Fue retirada de las salas a solo cuatro días de su exhibición oficial y en varios cines fue sustituida por la película soviética «El hombre anfibio», la cual los cubanos de la época conocían de memoria.

El grupo teatral y literario Nos-Y-Otros, fundado en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, colaboró en el guión de la cinta junto al destacado escritor Jesús Díaz y también enfrentó la crítica y el repudio oficial, aunque en menor medida que Daniel Díaz Torres (La Habana, 1948-2013).

Se aseguró que el director tuvo que retractarse de haber filmado aquella obra, la cual, antes de su estreno oficial, había ganado varios premios internacionales y fue celebrada en los medios de comunicación en Cuba.

La gravedad de la censura estuvo relacionada en gran medida con el contexto de su estreno. Tras el colapso del campo socialista y la Unión Soviética, el gobierno de la isla empezaba a sufrir síntomas de agotamiento y la crisis económica se acentuaba, al perder su principal aliado y caer en un profundo estancamiento que afectó a los ámbitos social y político, del cual Cuba aún no se ha recuperado.

La película es una sátira sobre la situación en la isla, ambientada en un pequeño pueblo llamado Maravillas de Noveras, donde se manifiestan todas las contradicciones de la construcción de la sociedad socialista, que Torres aborda de manera crítica y desenfadada, uno de los estilos primordiales en la estructura narrativa de sus filmes.

Eduardo del Llano, como parte de Nos-Y-Otros, fue uno de los implicados en el guión de la película. Con el paso de los años, se convirtió en un colaborador habitual de Daniel Díaz Torres, compartiendo su afición por la sátira y el humor para explorar la realidad cubana. Del Llano, en varias entrevistas, se ha referido a la censura de la cinta y al repudio que se orquestó contra ella y su director desde el gobierno.

“De febrero a junio, ocurrió todo. Es difícil olvidarlo. Y además, no podemos darnos el lujo de olvidar. El fantasma de una película subversiva, irreverente y contrarrevolucionaria nació, creció, se desarrolló y, desgraciadamente, no murió. Cuando finalmente fue estrenada, el 13 de junio, la opinión de los receptores ya estaba condicionada. La gente iba a interpretar como subversivo cada fotograma, a buscar las lecturas posibles y muchas de las imposibles. Los cines se llenaron de públicos extraños y tensos que estudiaban de reojo el aplauso, la risa, la más mínima sonrisa inocente.

Cuatro días después, el sueño terminó”, escribió Del Llano en un artículo publicado en 2015 en el sitio especializado El Cine es Cortar.

El guionista, autor luego de los populares cortos de Nicanor, no pasó por alto el impacto de «Alicia…» en los principales periódicos y revistas del país, en un contexto donde aún no existía la contraparte de los llamados medios independientes.

“Los periódicos la atacaron. Granma, JR, Trabajadores, Tribuna, Bohemia, publicaron artículos con títulos como “La suspicacia del rebaño” y “Alicia: un festín para los rajados”, donde nos llamaron contrarrevolucionarios y flojos, e incluso, con no poca saña, larvas coleteantes en el pantano del oportunismo.

Algunos críticos y varios cineastas defendieron la película; al menos, su derecho a existir. Los NOS–Y–OTROS escribimos una carta a cierta oficina del Comité Central, que no fue contestada. No pudimos replicar. No pudimos dialogar.

Si bien la cinta no ha sido exhibida en los cines después de aquella censura, muchos cubanos y cinéfilos han tenido la oportunidad de verla a través de memorias flash o el llamado paquete semanal, formatos que han democratizado la distribución del cine cubano, especialmente las películas realizadas de forma independiente.

«Alicia en el pueblo de las maravillas» continúa guardada por el ICAIC, como muchas otras películas que no han sido proyectadas o han sido retiradas de la pantalla grande tras un breve tiempo. Cualquiera que vea la película hoy podría sorprenderse de aquel infantil acto de repudio hacia la cinta y no entendería posiblemente los motivos que llevaron a su censura. Los temas que refleja han sido tratados incluso de manera más profunda y directa en el cine cubano posterior a «Alicia…»

En efecto, «Alicia» no solo es una de las películas cubanas más notorias por la censura que sufrió, sino que las razones que impiden su exhibición tras 30 años de su estreno en una Cuba que, en verdad, aún guarda bastantes similitudes con aquel pueblo imaginario y distópico, siguen siendo un misterio a medida que se critican los errores y desvaríos en la construcción de la llamada sociedad socialista.

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