Reanudan los puntos de carga con supervisores de transporte.

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Foto: Jorge Luis Sánches Rivera

Colas interminables en los servicentros de todo el país, suspensión de rutas de ómnibus y un aumento en las tarifas de los conocidos “boteros” son diferentes manifestaciones de un mismo fenómeno: la crisis del transporte público en Cuba, que está provocada, entre otros factores, por la escasez de combustible que actualmente tiene al país en una situación crítica.

La crisis es tan pronunciada que varios municipios del interior de la isla han suspendido los viajes por medios estatales, dejando a sus pobladores a merced de los precios establecidos según la llamada “ley de oferta y demanda”, en un contexto donde la oferta es casi inexistente y ha aumentado la demanda.

La situación es especialmente complicada en pleno verano, ya que se incrementa la movilidad y el calor suele enfurecer los ánimos. Por ello, el gobierno está intentando poner en marcha una especie de cruzada con el objetivo de mitigar lo más posible el cuello de botella del transporte.

Esta estrategia no es novedosa, solo que se retoma por temporadas con mayor o menor énfasis, y consiste en reactivar los llamados puntos de embarque con inspectores para que los vehículos estatales se detengan con el propósito de cargar pasajeros, según la capacidad disponible y el destino. Las instrucciones para estos conductores no son tampoco recientes; las tienen desde hace décadas, aunque, en la práctica, rara vez se cumplen.

Dar “botella” —generalmente, un acto de conciencia— se ha convertido ahora en una obligación, y ignorarla podría acarrear medidas disciplinarias tanto para los responsables directos del vehículo como para las entidades a las que están subordinados.

En tiempos en que el combustible llega a cuentagotas, que un vehículo circule prácticamente vacío puede considerarse un crimen de lesa humanidad, especialmente si ese medio pertenece al estado.

En La Habana, la situación se complica aún más, ya que a la escasa disponibilidad técnica de ómnibus y la crónica falta de combustible se suma que apenas hay inspectores estatales para cubrir alrededor de 300 paradas, cuando en toda la ciudad hay cerca de 3,000, según datos publicados recientemente en la prensa estatal.

Así, Cuba asiste al resurgimiento de los célebres puntos de recogida, una forma de viajar que ya no puede ser considerada como alternativa porque, en realidad, es la única opción para miles de pasajeros en medio de esta crisis del transporte público.

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