¿Qué causó el accidente de la avioneta en el que el piloto logró sobrevivir de milagro?

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El agua en el combustible fue la causa de que el pasado 11 de abril una avioneta, que se encontraba regando los arrozales de La Sierpe, en el centro sur de Cuba, se precipitara desde unos 50 metros de altura en un aparatoso accidente donde el piloto, Lester Pérez Sánchez, salvó milagrosamente su vida.

De acuerdo con la comisión nacional especializada que se trasladó al lugar del incidente, la contaminación con agua del combustible almacenado en una paila, tras la lluvia que cayó en la zona días antes del hecho, provocó que el motor se apagara en pleno vuelo.

José Lorenzo García, director provincial de Transporte en Sancti Spíritus, aseguró a la prensa local: “A pesar de que era una paila nueva, recientemente adquirida por el país, perdió hermeticidad, le penetró agua y contaminó el combustible”.

Sin embargo, durante la investigación también se hallaron fallas en el proceso de gaseado del avión, que impidieron detectar la contaminación del combustible al serviciarse la nave, lo cual ocasionó el daño al motor y la caída.

Vitales en las pesquisas resultaron las declaraciones del propio piloto, quien describió segundo a segundo una peripecia que bien pudo costarle la vida.

“Regresé a la pista de Sur del Jíbaro —narró Pérez Sánchez—, se gaseó el avión con combustible y me cargaron los productos químicos; despegué hacia el campo de arroz, volando a 50 metros de altura, que es lo normal. Ya cerca de allí, el avión tuvo una explosión en el motor y se apagó; inmediatamente di acelerador y el avión no me respondió; ahí decidí botar la carga por emergencia. Hice un intento para ver si podía llegar a la pista de El Cedro, que estaba más próxima, pero me di cuenta de que no podía.

“Al ver que el avión no me respondía, tuve que optar por un campo; en ese momento pasaba por encima de uno sembrado de arroz. Aceleraba, pero nada, hasta que se apagó completamente el motor. Entonces, vi otro campo y me dije: Bueno, si está seco, el terreno es duro, voy a dar brincos como un toro, pero no hay otra opción, y me tiré”, describe.

Consciente de que la aeronave se iba a caer, Lester Pérez tuvo la sangre fría de aplicar todas las habilidades que ha ido perfeccionando en 30 años como piloto de la aviación agrícola. “Después de aterrizar y que el avión paró, desconecté los magnetos, quité la batería por si había algún salidero de combustible o corte eléctrico; bajé, me alejé, y cuando me vi así dije: ¡Coño!, me caí. Entonces fue cuando me asusté un poco”, confesó Pérez Sánchez.

El avión, por su parte, ya está apto para volver a regar químicos sobre los sembrados de La Sierpe, de acuerdo con declaraciones públicas de Ernesto Cuéllar Rodríguez, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Sancti Spíritus, de la Empresa Nacional de Servicios Aéreos, quien asegura que solo falta realizarle a la aeronave un chequeo de estructura detallado.

El terreno irregular donde la nave aterrizó de emergencia el pasado 11 de abril complicó las maniobras para sacarlo de allí sin desarmarlo, lo que llevó a realizar un aplanamiento del lugar hasta lograr una especie de pista improvisada de unos 700 metros que permitió el despegue de la avioneta y su posterior travesía sin contratiempos hasta el aeropuerto espirituano.

Una vez en el aeródromo, se improvisó un taller a cielo abierto y, en condiciones totalmente atípicas, se realizaron las correspondientes reparaciones para poner de alta el avión, que no sufrió grandes daños, insiste Cuéllar Rodríguez.

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