Foto: Archivo CN360
El cantautor cubano Francisco “Pancho” Céspedes ha avivado el debate cultural al pronunciarse sobre el auge del reparto, uno de los subgéneros más populares de la música urbana cubana contemporánea. Desde sus redes sociales, Céspedes celebró la expansión internacional de este fenómeno, pero dejó en claro su postura respecto a su contenido: menos vulgaridad y más lírica.
“No soporto la grosería mezclada con música, me parecen incompatibles”, escribió el artista, con el tono directo que le caracteriza. Céspedes no se limitó a criticar: propuso un camino. Llamó a los intérpretes del reparto a “exprimir las neuronas” y buscar inspiración con esfuerzo y respeto hacia el idioma. Para él, todo se resume en un principio básico: el lenguaje no es un adorno, es una responsabilidad.
Céspedes recordó las palabras de su madre: “Habla bonito o te saco un diente”, frase simbólica de este discurso. “Nunca me pegó, pero sabía que no mentía”, añadió entre risas. Así, conectó la crítica al reparto con una visión más amplia sobre educación, herencia cultural y autocuidado lingüístico.
Por este mensaje, decenas de seguidores aplaudieron su claridad y respeto, agradeciendo que diera voz a una preocupación común: la falta de contenido lírico en parte del repertorio urbano actual.
No todos compartieron su opinión. El músico Osamu Menéndez respondió con sinceridad que el reparto no le gusta “ni armónicamente, ni en sonido, ni en letras”, y que no ve cómo “repartirlo bien”. La respuesta del autor de “Vida loca” fue tan elegante como firme: “Es bueno que no estés de acuerdo… aunque creo que estás hablando de los reparteros y yo del reparto”.
Recordemos que el reparto ha ganado reconocimiento oficial. Tras años de censura, medios como Cubadebate ahora lo elogian como “auténtico” y “representativo”. Es un género en constante disputa, símbolo de una Cuba joven que exige ser escuchada, aunque a veces lo haga a gritos.
Céspedes no busca silenciar. Busca que se escuche mejor. “Que viva el reparto bien repartido”, concluyó su mensaje. No es solo un juego de palabras: es una invitación a bailar con más sentido, a rimar sin ofender.