La muerte del artista y promotor cultural Salvador González Escalona, ocurrida este viernes a los 72 años debido a un paro cardiaco, representa una gran pérdida para la cultura cubana.
González fue un apasionado defensor de las tradiciones africanas en la cultura cubana y revitalizó parte de la barriada de Cayo Hueso con la creación de El Callejón de Hamel, un proyecto que ganó fama mundial al convertirse en una de las plazas más vibrantes para explorar la influencia de las raíces africanas en la cultura de la isla.
“Su nombre alcanzó notable relevancia entre los nuevos exponentes del arte cubano gracias a su labor como muralista, lo que se refleja en el Callejón de Hamel, espacio que para él representó una gran galería, un lugar vital para la creación y preservación de las tradiciones afrocubanas”, comentó un portal digital sobre la obra del destacado artista.
Cubarte añadió que “defensor a ultranza de las esencias de la identidad nacional, Salvador nos deja una huella imperecedera, fruto de su profunda vocación de servicio”.
González luchó por su vida hasta el último momento, aunque varios medios oficiales, incluyendo el propio Cubarte y el noticiero de televisión, confirmaron su fallecimiento antes de su deceso, lo cual fue lamentado por decenas de colegas y seguidores del pintor.
Nacido en 1948 en Camagüey, González se trasladó a La Habana, donde realizó gran parte de su trayectoria artística bajo una formación autodidacta.
No obstante, su obra ganó reconocimiento en el ámbito de las artes visuales por su trabajo con las tradiciones africanas en varios sectores de la cultura cubana.
“Su formación autodidacta no le impidió integrar el arte en su vida, y en las artes visuales canalizó sus inquietudes, reflejando en su obra la influencia de grandes exponentes del muralismo mexicano como Diego Rivera y Orozco, combinada con su aprecio por el rico acervo africano que ha dejado huella en la cultura cubana”, complementó Cubarte.
González fundó El Callejón de Hamel en 1990 y se dedicó por completo a este proyecto, que a lo largo de 30 años acogió actividades para niños, una galería de arte, conciertos de agrupaciones que promovían sobre todo la cultura afrocubana, entre otras iniciativas.