Incremento del consumo de drogas en Cuba: Díaz-Canel nuevamente responsabiliza a las familias.

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Foto: Shutterstock

No es la primera vez que el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, atribuye a las familias y a la comunidad el aumento en el consumo y circulación de drogas en el país. Esto quedó claro durante un recorrido por el municipio de Guanabacoa, en La Habana, sin que se presentaran planes de acción ni medidas concretas para enfrentar la situación.

«Hay que combatir fuerte la droga», ha sido el mensaje de la prensa estatal, señalando a aquellos desvinculados del estudio y el trabajo como parte del problema.

Sin embargo, La Habana no es el único lugar afectado por este fenómeno. Las denuncias en redes sociales, los testimonios de los vecinos y los reportes de medios independientes han documentado una expansión acelerada del consumo de drogas en todo el país.

Una de las sustancias que más alarma ha generado es la variante sintética conocida popularmente como “químico”, que se distribuye en papeles impregnados con mezclas de alto riesgo. De hecho, peritos del Ministerio del Interior han admitido que esta droga incluye desde fentanilo hasta anestésicos para animales, benzodiacepinas, fenobarbital y formol.

En este contexto, Cubadebate publicó recientemente que el 90 % de quienes prueban esta droga por primera vez quedan enganchados. Esta admisión, de cierta manera, señala un cambio en el discurso que, durante años, minimizó el impacto o trató el fenómeno como algo marginal. Actualmente, las autoridades reconocen hospitalizaciones por sobredosis y un incremento en los procesos penales vinculados con narcóticos.

Díaz-Canel reiteró una fórmula que ha utilizado ante otros problemas sociales: instar a la unidad, apelar al papel de la comunidad y resaltar el trabajo “integrado” de las instituciones. Pero, al igual que en ocasiones anteriores, no se presenta una solución concreta.

El impacto más evidente se siente entre los jóvenes, el grupo más vulnerable frente a la falta de expectativas, la precariedad y el abandono institucional. El discurso oficial, de hecho, evita relacionar el problema con la crisis económica y social que atraviesa el país. No se menciona el desempleo, la desesperanza o el éxodo, factores que llevan a muchos al consumo.

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