No fue un capricho, quizás más bien una inspiración, pero el cineasta cubano más trascendental de la actualidad, Fernando Pérez, cumplió este sábado su sueño de tatuarse en un borde del antebrazo derecho el diminuto mapa de la isla de Cuba.
En una visita informal al estudio de arte corporal La Marca, situado en la Calle Obrapía, del Centro Histórico de La Habana, el realizador y escritor dialogó con el director del centro, Leo Canosa, y el diseñador gráfico Roberto Ramos acerca del tatuaje como manifestación artística y de sus orígenes, que datan de la Polinesia y han llegado a nuestros días como parte de una expresión audiovisual que se nutre de la pintura expresionista.
El acto de creación fue transmitido en su página de Facebook por la cantante y compositora Haydée Milanés, quien acompañó al realizador de Suite Habana por el acogedor recinto. Entre colores, pinceles y equipos para tatuar, Fernando Pérez recordaba que años atrás agujerearse cualquier parte del cuerpo era visto como una acción propia de carcelarios y de capas marginales de la sociedad, mientras que hoy se considera parte de las artes visuales, incluso no es rechazada por muchos de su generación, quienes la aprecian de manera casi habitual en sus descendientes.
En unos cinco minutos que parecieron temerarios ante la inicial inhibición de someterse al procedimiento, Fernando Pérez dispuso de su buena voluntad y total relajación para que Leo, equipado solo con algunas medidas de higiene y seguridad, trabajara su piel y pudiera emerger de ese breve instante con la mejor de sus sonrisas ante el elogio de Haydée Milanés, ya no novata en estas lides y que habla de proyectos para decorarse otras partes de su aparentemente frágil corpulencia.
En esta jornada, alejado de las cámaras, la iluminación, los sonidos y los acostumbrados actores y actrices, Fernando Pérez (La Habana, 19 de noviembre de 1944), graduado de Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de La Habana y Premio Nacional de Cine en 2007, más bien pareció un adolescente enfrentando una atrevida aventura.
En la memoria nos quedan sus filmes más relevantes que integran lo mejor de la cinematografía cubana, como Clandestinos, Madagascar, José Martí: el ojo del Canario o La vida es silbar; sus numerosos artículos y críticas del género, junto a sus prolíficas conferencias sobre Apreciación Cinematográfica e Historia del Cine, y los merecidos premios en concursos nacionales e internacionales.