Texto: Hugo León
En medio del calor característico del verano cubano y la sequía que atraviesa la nación caribeña, los expertos del Centro de Vigilancia del Clima del Instituto de Meteorología han alertado que, para el mes de agosto, las precipitaciones serán limitadas en el país.
Los investigadores señalaron que esta situación está relacionada con la notable influencia del anticiclón del Atlántico Norte sobre el territorio nacional, lo que provoca que las lluvias sean relativamente escasas debido al aumento de los vientos alisios.
No obstante, según el boletín de la institución, se podrían presentar tormentas eléctricas y chubascos, principalmente durante la tarde y en las primeras horas de la noche, relacionados con el paso de ondas y bajas tropicales, además del calentamiento diurno.
Los especialistas también advirtieron que en agosto comienza a incrementarse la actividad ciclónica sobre Cuba, aunque generalmente la frecuencia de huracanes en este mes es solo la mitad de la que se observa en septiembre.
Para esta temporada, los expertos prevén la formación de hasta 17 ciclones tropicales, de los cuales al menos nueve podrían llegar a convertirse en huracanes.
Según los estudios climáticos de Cuba, agosto es uno de los dos meses más cálidos del año. Las temperaturas medias rondan los 27.5° C, con mínimas nocturnas de 22.8° C y máximas históricas de 32.2° C alcanzadas en horas de la tarde.
Además, es el tercer mes más activo de la temporada ciclónica.
¿Qué consecuencias traen las bajas precipitaciones?
Según los estudios científicos en Cuba, los resultados sobre el cambio climático en la Mayor de las Antillas indican un aumento general de la temperatura, especialmente en verano; además de fluctuaciones en las precipitaciones; un incremento de la evaporación por el aumento de temperatura y el aumento del nivel del mar.
La escasez de lluvias es una de las causas principales de la sequía, de acuerdo con los especialistas. La falta de precipitaciones acarrea un incremento en la desertificación, un aumento de los incendios forestales y la degradación del suelo.
Todo lo anterior, sumado al daño directo a los seres humanos, la fauna, la flora y la biodiversidad, tiene repercusiones negativas en el ámbito económico. Por ejemplo, el descenso en las lluvias provoca sequías, lo que disminuye la fertilidad de los campos y reduce el sustento alimentario para la población.
De hecho, en mayo pasado, funcionarios del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos afirmaron que, debido a la disminución de las lluvias, en los próximos años habrá menos disponibilidad de agua.
En Cuba, en 2022, casi un millón de personas tienen dificultades para acceder al agua potable, de las cuales más de 418 mil no reciben el servicio en los horarios y ciclos establecidos, según datos oficiales del gobierno cubano.
Esto ocurre mientras en el país existen cerca de 30 municipios con condiciones secas, y entre enero y mayo se registraron 284 incendios forestales de diversas magnitudes, afectando a más de 870 hectáreas de bosques y más de mil 300 hectáreas de herbazales de ciénaga, según informó el Ministerio del Interior.