A cuatro años de los incidentes con diplomáticos estadounidenses y canadienses que reportaron afecciones auditivas, dolor de cabeza y desorientación, el enigma médico y político permanece sin resolver mientras emergen casos presuntamente vinculados.
Foto: Jorge Luis Borges
Texto: Darcy Borrero
Desde finales de 2016, cuando la administración de Barack Obama se transicionó a la de Donald Trump, cerca de 50 funcionarios han informado sobre síntomas de un misterioso padecimiento que se comenzó a denominar “síndrome de La Habana”, en ausencia de una explicación científica que aclarara sus causas y, en realidad, lo que verdaderamente es.
A cuatro años de esos incidentes que llevaron a la retirada de diplomáticos estadounidenses de La Habana, quienes refirieron síntomas como “zumbidos agudos”, presión en los oídos, pérdida de audición y equilibrio, fatiga y dolores de cabeza persistentes; el diario Político reveló información sobre una investigación que está llevando a cabo el Pentágono. Aunque no existe una declaración pública al respecto, se subraya el aspecto humano del asunto: se afirma que algunas víctimas han experimentado daños cerebrales a largo plazo.
Los denominados ataques de energía dirigida contra espías y diplomáticos estadounidenses están documentados hasta por la CIA, que ha formado un grupo de trabajo para investigar el tema. Sin embargo, las circunstancias que rodean estos incidentes son confusas, y los funcionarios estadounidenses han enfrentado dificultades para atribuir los supuestos ataques a cualquier arma o país en particular, aun cuando oficiales de la CIA han reportado síntomas similares en Rusia, China y otras naciones.
Agencias federales también están investigando incidentes reportados en territorio estadounidense, uno de los cuales se produjo en Washington (cerca de la Casa Blanca) en noviembre del año pasado, y otro corresponde a un funcionario de la Casa Blanca que afirmó haber sido objeto de un ataque similar mientras paseaba a su perro a las afueras de Washington. Asimismo, se registró un tercer ataque de energía dirigida contra personal del gobierno federal en Miami.
Según Político, el Pentágono ha informado a los principales legisladores sobre su reciente esfuerzo para investigar incidentes similares que afectaron a las tropas estadounidenses. Esta es una información relevante que no había sido reportada anteriormente, y sugiere una posible culpabilidad de Rusia en los presuntos ataques de energía contra las tropas.
Un ataque de energía dirigida utiliza energía electromagnética altamente concentrada, incluidos dispositivos de radiofrecuencia o microondas de alta potencia, para dañar un objetivo. Los ataques pueden adoptar diversas formas, desde bloquear equipo electrónico hasta causar dolor o lesiones permanentes.
La “energía de radiofrecuencia pulsada dirigida” fue identificada como la causa más probable de los incidentes del “síndrome de La Habana”, según un informe encargado por el Departamento de Estado y publicado en diciembre. De hecho, la posible conexión entre los eventos de La Habana y los presuntos ataques a las tropas, amplía una discusión que involucra al Consejo de Seguridad Nacional, la CIA, el Departamento de Estado y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, afirmaron tres exfuncionarios de seguridad nacional implicados en las discusiones.
Político reveló que los miembros del Congreso con acceso a la inteligencia ultra secreta, conocida como la Banda de los Ocho, fueron informados sobre el presunto ataque de Rusia a estadounidenses en Siria utilizando energía dirigida, según dos personas con conocimiento directo del tema. El Comité de Servicios Armados del Senado también fue informado. Sin embargo, los funcionarios del Congreso que conocieron los incidentes expresaron que el Pentágono cree que la naturaleza de los ataques de energía dirigida es similar a los realizados contra estadounidenses en Cuba, pero dudan en establecer paralelos directos.
El senador republicano Jim Inhofe, de Oklahoma, indicó a Político que espera más información sobre el tema. El diario también destacó que cualquier declaración pública del gobierno de Estados Unidos sobre el asunto generaría escepticismo.
Phil Coyle, ex director de la Oficina de Pruebas y Evaluación Operacionales del Pentágono, comentó: “Todo lo que sabemos es que estos soldados se enfermaron y no podemos determinar si fue una intoxicación alimentaria o algo más lo que los enfermo, así que no podemos culpar a los rusos. Y esto, por supuesto, era parte del problema en Cuba.”
El 2 de febrero de 2021, poco antes de que Biden asumiera la presidencia, se publicó el Informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sobre el “síndrome de La Habana”: el misterio médico sigue sin resolverse. Según información del Archivo de Seguridad Nacional, los CDC realizaron durante dos años una investigación epidemiológica de los misteriosos incidentes médicos sufridos por el personal estadounidense en Cuba, pero no pudieron determinar la naturaleza de las lesiones ni la causa. “Las evaluaciones realizadas hasta la fecha no han identificado un mecanismo de lesión, proceso de exposición, tratamiento eficaz o factor atenuante para el grupo inexplicable de síntomas que experimentan los destinados en La Habana, Cuba”, concluyó el estudio de los CDC.
El informe Una evaluación de la enfermedad en los empleados del gobierno de EE. UU. y sus familias en las embajadas en el extranjero (2020) indica que las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina formaron un comité de 19 miembros con experiencia en medicina clínica, incluyendo neurología, neuroftalmología, medicina audiológica y vestibular, psiquiatría, enfermedades infecciosas y medicina de rehabilitación, además de expertos en epidemiología, ciencias ambientales, ingeniería, toxicología, neurobiología, neurorradiología, efectos en la salud de la radiación electromagnética y microondas, evaluación de riesgos y exposición, y monitoreo de la salud.
Este comité celebró dos reuniones presenciales (18-19 de diciembre de 2019; 24-25 de febrero de 2020) y una reunión virtual (11-13 de mayo de 2020). En estas sesiones se llevaron a cabo encuentros públicos con expertos externos, y el comité revisó los datos clínicos del personal de la Embajada de EE. UU. divulgados por equipos clínicos de la Universidad de Miami y la Universidad de Pensilvania.
Algunos datos de la investigación desarrollada en Miami y Pensilvania
—El comité encontró que las características clínicas más comunes y distintivas de la aparición inicial y la fase aguda de la enfermedad en el personal de La Habana fueron la aparición repentina de un sonido fuerte percibido, a veces descrito como chillidos, chirridos, chasquidos o perforaciones, una sensación de presión o vibración intensa en la cabeza, y dolor en el oído o más difuso en la cabeza. La mayoría de las personas reportaron que el sonido o estas otras sensaciones parecían originarse en una dirección particular o que las percibían solo en determinados lugares físicos. Aquellos entrevistados por el comité describieron el alivio de los síntomas al trasladarse a una ubicación diferente, por ejemplo, a otra habitación del edificio donde se encontraban.
— Según datos de Miami, 25 de 25 personas percibieron un sonido fuerte, mientras que en los datos de Penn, 28 de 35 personas de La Habana y 12 de 12 de China también percibieron un sonido fuerte. De las 35 personas de La Habana evaluadas en Penn, 16 reportaron sensación de presión o vibración en la cabeza y 18 describieron el sonido o la presión como direccional o restringida espacialmente en su entorno inmediato. Un número variable de personas informó la aparición repentina de tinnitus (8 de 25 en Miami y 6 de 21 en Penn), dolor de oído (7 de 25 en Miami y 7 de 21 en Penn), pérdida de audición (8 de 25 en Miami y 9 de 21 en Penn), mareos, marcha inestable (4 de 21 en Penn) y alteraciones visuales (14 de 21 en Penn). Es notable que el comité considera esta constelación de síntomas agudos con características direccionales y específicas de ubicación como muy inusual, y a su conocimiento, diferente a cualquier trastorno reportado en la literatura neurológica o médica general.
—Algunos de los signos y síntomas agudos persistieron o regresaron convirtiéndose en crónicos en algunas personas, incluyendo mareos (23 de 25 en el momento en que fueron examinados en Miami y 13 de 21 en Penn), dolor de cabeza (6 de 25 en Miami y 16 de 21 en Penn), problemas de concentración (5 de 8 en Miami y 8 de 21 en Penn) y memoria (5 de 8 en Miami y 11 de 21 en Penn), además de insomnio (18 de 21 en Penn).
—Estos últimos síntomas por sí solos no indican un diagnóstico etiológico específico y pueden atribuirse a una variedad amplia de trastornos comunes (que incluyen afecciones virales y otros problemas inflamatorios, mareo postural-perceptivo persistente, síndrome de fatiga crónica, lesión cerebral traumática, trastorno por estrés postraumático, depresión, entre otros). La mayoría de las ocho personas que entrevistó el comité reportaron tanto características clínicas tempranas, de inicio agudo, como crónicas, y continuaron padeciendo debilitantes.