El monarca español que abdicó en favor del amor de dos mujeres cubanas.

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Foto: Gobierno de España

La historia de la Corona Española dio un giro inesperado a principios del siglo XX, cuando una cubana se cruzó en el camino del futuro Rey de España. Lo que muchos no saben es que no fue solo una cubana, sino dos, las que entraron en la vida del entonces príncipe de Asturias, para quedarse y alterar la línea de sucesión al trono español.

En ese momento, el heredero al trono no era Don Juan, el padre del actual Rey Emérito Don Juan Carlos, sino su hermano mayor Alfonso, el primogénito del Rey Alfonso XIII y de la reina Victoria Eugenia.

Alfonso, preparado para su reinado desde pequeño, cambió el rumbo de su vida cuando Edelmira Sampedro Robato, una cubana de ascendencia asturiana, apareció en su vida. Nacida en Sagua la Grande en 1906, Edelmira pertenecía a la alta burguesía cubana, pero no a la realeza, lo que hizo que la unión no fuera bien vista por la Casa Real.

¿Cómo se conocieron el príncipe y la plebeya? El padre de Edelmira emigró a Cuba de joven y se convirtió en un próspero propietario azucarero. Tras fallecer, Edelmira y su familia pasaban largas temporadas en Europa. Fue en Suiza, en una clínica de Leysin, donde conoció al Príncipe Alfonso mientras ambos se recuperaban de una leve dolencia pulmonar.

“El flechazo fue inmediato. Alfonso era alto, rubio y de ojos azules, mientras que Edelmira era morena y destilaba una dulzura caribeña. Él le regaló flores, ella le enviaba cartas. Paseaban junto al lago Léman. Alfonso XIII, al enterarse, se enfureció y trató de convencer a su hijo de todas las maneras posibles: con amenazas, chantajes y excusas. Todo fue inútil”, reseñó hace años el portal Mujer Hoy.

Así, Alfonso de Borbón puso su amor por la cubana por encima de todo y el 11 de junio de 1933 renunció formalmente al trono, aunque mantuvo el tratamiento de alteza real y el título de Conde de Covadonga.

Diez días después, Edelmira y Alfonso se casaron en Lausana, Suiza, el 21 de junio de 1933. La presencia de la familia real en la boda es confusa; todos coinciden en que el rey Alfonso XIII no asistió, pero hay dudas sobre la presencia de la reina Victoria Eugenia, con quien se dice que Edelmira tuvo una buena relación.

La pareja pasó su luna de miel y se estableció en Francia, aunque sus recursos eran limitados y la salud de Alfonso, que padecía hemofilia, se deterioraba. Esto, junto a otros factores, llevó a una breve separación a tan solo un año de casados.

Sin embargo, se reunieron en Nueva York y decidieron mudarse a La Habana. Ya en la capital cubana, los problemas resurgieron y culminaron en el divorcio en 1937.

La revista Vanitatis sugiere que uno de los motivos del divorcio pudo ser que Alfonso había comenzado a salir con otra cubana, aunque este dato no se ha confirmado.

Alfonso se estableció luego en EE.UU. y allí conoció a la segunda mujer de su vida, Marta Esther Rocafort Altuzarra. Nacida en La Habana, era hija de un reconocido dentista cubano y ya destacaba como modelo de alta costura a los 20 años en Nueva York.

Marta Esther y Alfonso de Borbón se casaron el 3 de julio de 1937 en La Habana, a solo dos meses del divorcio de Edelmira. Nuevamente, el amor fue efímero y el 8 de enero de 1938 se registró la separación de Marta Esther en la capital cubana.

Alfonso, tío abuelo del actual rey de España Felipe VI, falleció en Miami el 6 de septiembre de 1938 tras un accidente de coche a solo 31 años. No tuvo hijos con ninguno de sus dos matrimonios.

A Edelmira Sampedro se le permitió seguir utilizando el título de Condesa de Covadonga tras el divorcio y se le otorgó una pensión de viudedad y algunas joyas que pertenecieron a la Reina. Falleció en Coral Gables, Florida, en 1994.

Marta Esther Rocafort falleció en Miami el 4 de febrero de 1993, a los 80 años, y su paso por la familia real española es poco recordado en la actualidad; su muerte, explica Vanitatis, “pasó completamente desapercibida”.

Alfonso de Borbón eligió el amor por las cubanas Edelmira y Marta Esther sobre la monarquía, y con ello, alteró la línea de sucesión al trono de España. Sus restos descansan en el Panteón de Infantes de El Escorial, luego de que el Rey Emérito Don Juan Carlos, su sobrino, los llevara a España pasados 50 años de su muerte.

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