Foto: Roy Leyra | CN360
Consultado sobre el llamado de la Cancillería cubana para restablecer el funcionamiento pleno de la embajada estadounidense en La Habana, el gobierno de los Estados Unidos aclaró que su prioridad es la salud y la seguridad de su personal diplomático y sus familias.
Tras la publicación de un informe de la CIA que considera improbable que la mayoría de los casos del «Síndrome de La Habana» sean provocados por una potencia extranjera, el viceministro de la Cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossío, instó a la Casa Blanca a retomar las operaciones de las embajadas.
Según información de Radio Televisión Martí, el Departamento de Estado señaló este viernes que «los recientes hallazgos provisionales de la CIA no alteran el enfoque de la Administración», subrayando que trabaja con otras agencias para esclarecer los incidentes de salud anómalos y proporcionar atención y apoyo prioritario a todos los afectados.
«Los esfuerzos de la comunidad de inteligencia continúan y se intensificarán en el análisis de un subconjunto de casos, los más complejos sin resolver, como parte de su esfuerzo por determinar si un actor extranjero podría estar implicado», detalla el comunicado enviado a la redacción de Radio Televisión Martí.
El texto recuerda que el secretario de Estado, Anthony Blinken, ha mantenido reuniones con los afectados y «no tiene ninguna duda de que sus síntomas son reales».
Blinken aseguró que hará todo lo posible para esclarecer lo sucedido, enfatizando que todos los casos reportados por el personal diplomático serán abordados con seriedad y recibirán la atención necesaria.
Los primeros casos del llamado «Síndrome de La Habana» fueron reportados en 2016, cuando varios diplomáticos de la embajada de Estados Unidos en Cuba manifestaron síntomas como migrañas, náuseas, pérdidas de memoria y mareos.
Como respuesta a estos hechos, el gobierno estadounidense redujo al mínimo la actividad y el personal de su embajada en la isla y trasladó los servicios consulares a terceros países.
Esta decisión ha llevado a que más de 100,000 cubanos no hayan podido obtener visas para viajar a Estados Unidos, debido al cierre del consulado en La Habana.
Por su parte, las autoridades cubanas han negado en repetidas ocasiones cualquier vinculación con los supuestos incidentes ocurridos en la embajada estadounidense en Cuba.