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Texto: Hugo León
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, tuvo la oportunidad de intervenir este martes ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en representación del Grupo de los 77 + China, del cual la isla tiene la presidencia temporal.
En su discurso, el mandatario enfatizó la necesidad de un “nuevo y más justo contrato global”, aclarando que no se está “pidiendo limosnas ni implorando favores”.
“Demandamos una transformación profunda de laactual arquitectura financiera internacional”, afirmó, describiéndola como “profundamente injusta, anacrónica y disfuncional”.
Según el presidente cubano, el Grupo de los 77 + China, que actualmente integra a 134 países, exige cambios inaplazables, dada la naturaleza abusiva e irracional del orden económico internacional.
Este orden, subrayó, “ha acentuado año tras año las enormes desigualdades entre una pequeña cantidad de naciones altamente desarrolladas y la mayoría que no logra superar el eufemismo de naciones en desarrollo”.
También se refirió a las declaraciones de Guterres, secretario general de la ONU, acerca de las bases fundacionales del G77, que nació de la necesidad de abordar lo que ha permanecido sin resolver en el mundo y de su condición de “víctimas” de la actual crisis global.
No se alcanzarán los objetivos de desarrollo para el 2030, según Díaz-Canel
El jefe de Estado cubano afirmó que los esfuerzos de los países en desarrollo son insuficientes para implementar la Agenda 2030.
“En pleno siglo XXI resulta ofensivo para la condición humana que casi 800 millones de personas sufran de hambre en un planeta que produce lo suficiente para alimentar a todos”, señaló.
Asimismo, advirtió que a este ritmo no se alcanzará ninguno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible y que más de la mitad de las metas establecidas en 2015 no se cumplirán.
Miguel Díaz-Canel propuso respaldar estos esfuerzos mediante acciones concretas que faciliten el acceso a mercados y financiamientos en condiciones justas y preferenciales, así como a través de la cooperación Norte-Sur.
Por otro lado, durante su intervención, abordó la polémica en las relaciones entre Washington y La Habana. Afirmó que no hay ninguna acción de Cuba que amenace la independencia de Estados Unidos, y calificó la conducta estadounidense hacia la isla como “absolutamente unilateral e injustificada”.