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De acuerdo con un informe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX), los cubanos que residen en el extranjero tendrán la oportunidad de ejercitar su derecho al voto en el referéndum popular sobre el Código de las Familias. Los ciudadanos que se encuentren en otros países podrán votar el 18 de septiembre, una semana antes que los cubanos en la isla.
Las votaciones se realizarán en las embajadas y misiones diplomáticas en el exterior, y se ha establecido una Comisión Electoral especial para este propósito. Gustavo Machín, presidente de esta Comisión, indicó que las votaciones en el exterior tendrán lugar desde las 07:00 hasta las 18:00, el domingo 18, mientras que en Cuba se llevarán a cabo el 25 de septiembre.
“Para nuestra comisión, la diferencia horaria con Cuba representa un gran desafío, ya que hay circunscripciones que tienen hasta 13 horas de diferencia”, expresó el funcionario a la agencia Prensa Latina.
Según el funcionario, una vez cerrados los colegios electorales, se procederá a contar las boletas, y los datos recolectados se ingresarán en el centro de la Comisión especial del MINREX, desde donde se transferirán a la base de datos del Consejo Electoral Nacional.
En total, hay 124 circunscripciones electorales, cada una de las cuales se divide en aproximadamente mil colegios electorales, detalló el diplomático. La creación de cada colegio y circunscripción ha sido diseñada en función del número de cubanos “con derecho al voto en cada país”, precisó Machín.
Asimismo, se establece que la Comisión Electoral especial del MINREX es responsable de organizar la votación de los cubanos en el exterior que cumplen misiones oficiales, no solo diplomáticos, sino también personal de salud, educación, y otros. La votación en las sedes diplomáticas deberá realizarse de manera presencial.
El nuevo Código de las Familias ha suscitado una considerable controversia entre la ciudadanía y también en instituciones religiosas, como las Iglesias protestantes y, por primera vez, la Iglesia católica, que ha salido de su aparente “neutralidad” para condenar que en el código se incluyan conceptos que la institución religiosa califica como “ideología de género”.