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Texto: Hugo León
La llegada a puerto habanero de un barco con 23 mil 500 toneladas de trigo garantiza la producción de aproximadamente 16 mil toneladas de harina, asegurando así el pan de la canasta familiar normada.
Según fuentes oficiales, las operaciones industriales ya han comenzado en los molinos de La Habana y Cienfuegos tras la llegada de este barco procedente de Europa.
Emerio González Lorenzo, presidente del Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria, explicó a la prensa que este cargamento busca estabilizar la producción del pan normado en el país durante los próximos 20 días.
Este es el primer cargamento de trigo que arribe a la isla desde finales de julio, período durante el cual los molinos habían estado inactivos.
La escasez de trigo llevó al gobierno cubano a importar harina para la fabricación de esos panes y para garantizar algunos consumos sociales, que son priorizados, indicó.
En su cuenta de la red social X (anteriormente Twitter), la viceministra primera de la Industria Alimentaria, Mercedes López Acea, señaló que se trabaja para estabilizar la producción de harina de trigo y pan en el país.
Según González Lorenzo, se espera que en la primera quincena de noviembre llegue otro cargamento de trigo que asegure la continuidad de la producción y evite las dificultades que enfrenta el país, sobre todo en las provincias orientales.
También se tiene conocimiento de un envío de un donativo ruso de 25 mil toneladas que arribó a la Mayor de las Antillas en febrero.
La falta de harina en la isla en los últimos meses ha provocado un aumento en el precio del pan en establecimientos no estatales y entre los vendedores ambulantes.
En varios municipios de La Habana, los llamados “panes de flauta” llegaron a costar hasta 100 pesos en las panaderías estatales, aunque generalmente se venden entre 70 y 80 pesos por unidad.
El pan de la bodega, además, ha visto reducido su gramaje en varios territorios, según informaciones oficiales.
Asimismo, los dulces y productos afines han incrementado sus precios, con una oferta prácticamente inexistente en el sector estatal, y que recae en los productores privados, incluidas mipymes y panaderías particulares.