Baja demanda de nasobucos en la producción cubana.

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Al inicio de la pandemia de la Covid-19 en Cuba y el resto del mundo, a comienzos de 2020, el gobierno cubano anunció que la Empresa de Confecciones Textiles Unymoda, perteneciente al grupo empresarial Gardis en Matanzas, comenzaría a producir mascarillas desechables para prevenir el contagio del nuevo coronavirus.

Tras dos años, más de un millón de contagios y 8,521 muertes en Cuba, el periódico estatal Granma informó que la fábrica está operando a plena capacidad, aunque enfrenta una “baja demanda”.

El diario publicó el artículo “¿Insuficiente demanda de nasobucos?” donde menciona que la fábrica experimentó retrasos en su funcionamiento debido a “trámites demorados y otros contratiempos”, aunque no especificó cuáles fueron, comenzando finalmente su producción en la segunda mitad de 2021.

“La activación de la fábrica, sin embargo, tomó más tiempo del previsto y la comercialización del primer lote de producción no avanzó al ritmo que las circunstancias requerían”, indica el texto, añadiendo que el “anuncio anticipado, ante la falta de equipos que estaban por llegar al país, ejerció una presión adicional sobre los involucrados, a quienes les comenzaron a contar los días desde entonces”.

Según datos proporcionados por la administradora de la empresa, Liudmila Pérez Montero, a una investigación de octubre de 2021 de la televisión matancera estatal TV Yumurí, en ese momento se acumulaban “más de 250,000 mascarillas” en los almacenes de la fábrica.

Los reporteros de TV Yumurí alertaron que la fábrica ya estaba operativa durante los meses de junio, julio y agosto, cuando Matanzas atravesó su cuarto rebrote de la Covid-19 y “las cifras de contagiados superaban los mil por jornada”, pero “ninguna mascarilla se utilizó para proteger a médicos o a la población”.

Dicha investigación destapó que las “trabas burocráticas” y la implementación de la Tarea Ordenamiento, junto con su impacto en las lógicas monetarias cubanas, fueron obstáculos para el éxito del proyecto.

“La primicia de contar con la primera fábrica de este tipo en el país se ha desvanecido con el tiempo”, denunciaba el canal local matancero desde octubre pasado, agregando que después de iniciar la producción “los problemas han sido constantes. Se podría argumentar que la falta de capacitación es la razón detrás de las paradas continuas, impidiendo que las líneas de producción alcancen la capacidad máxima de 120 mascarillas por minuto”.

En el artículo que publica ahora Granma, la misma funcionaria, Pérez Montero, lamenta la baja demanda de sus producciones e informa que el precio por unidad “varía entre diez y 12 centavos en divisa, destinado principalmente al turismo, a otros organismos y a la venta online”.

En la actualidad, la fábrica cuenta con 20 clientes y planea distribuir a la población en pesos cubanos (CUP). Sin embargo, según la administradora, las entidades de Salud Pública, que deberían ser su primer cliente, “no han adquirido una sola unidad”, algo que fue aclarado posteriormente por funcionarios de este sector, quienes indicaron que reciben las mascarillas a través de la Empresa de Suministros Médicos (Emsume).

Granma concluye que “hoy muchas personas se preguntan por qué un proyecto de este tipo no está al alcance de la población, mientras que en la calle otras mascarillas, de menor calidad, se venden a alrededor de 20 CUP en el sector no estatal, precio que supera ampliamente el estimado para la venta por Unymoda en moneda nacional.”

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