Texto: Jorge Suñol
Fotos: Cortesía de La Burbuja Lab
Es digno de elogio que espacios como La Burbuja Lab continúen existiendo. Aplaudimos a su equipo por el entusiasmo que demuestran en medio de constantes restricciones, trabajando con la misión de conectar a mujeres cineastas de la región en diversos proyectos y narrativas.
Estos acompañamientos deben considerarse esenciales en la trayectoria de cada una de las participantes, funcionando como motores que impulsan películas a menudo detenidas por la falta de respaldo y financiamiento. La experiencia ha sido sumamente enriquecedora, como lo han expresado claramente las creadoras que asistieron a la primera edición.
Existe un consenso en todos los testimonios: un sentimiento de gratitud y la necesidad de crear encuentros como estos, donde se intercambian experiencias a nivel regional. La edición inicial ha dejado un estándar alto en el ámbito creativo, lo cual plantea un desafío mayor en esta segunda convocatoria.
“La primera edición fue una experiencia extraordinaria para todas las cineastas involucradas. Hay una considerable cantidad de cine femenino que está en espera de apoyo, y cada día se reafirma la relevancia de espacios como La Burbuja Lab para otorgarles visibilidad. Algunos proyectos ya han recibido premios en sus países y han conseguido coproducciones internacionales. Además, estas iniciativas ahora están circulando por el mundo en otros espacios de formación y búsqueda de financiamiento”, comenta la propia directora de La Burbuja Lab, la cineasta cubana Rosa María Rodríguez.
Rodríguez, acompañada de un equipo que incluye directores, productores, diseñadores y comunicadores, junto al apoyo de diversas instituciones tanto a nivel nacional como internacional, ha demostrado que alcanzar el éxito en proyectos de esta índole es posible.
“Al tratarse de una residencia que apoya a las cineastas durante todo el año, hemos podido conectarlas con productoras y mercados. También hemos realizado talleres como el de Dirección de Actores, impartido por el cineasta Kiki Álvarez, y el taller del Recorrido Mitológico, dirigido por la guionista Laura Conyedo”, detalla.
Este año, subraya Rosa María Rodríguez, se han sumado al proyecto la Embajada de los Países Bajos; Laima, un colectivo audiovisual de Medellín, y varias productoras independientes, lo que demuestra la extensa red de apoyo que está generando La Burbuja Lab.
“Uno de los mayores desafíos es mantener la calidad de la primera edición. Es esencial cuidar los proyectos seleccionados, lograr una mayor conexión con otras redes de artistas y emprendedores, así como alcanzar los presupuestos necesarios para todo lo que queremos realizar.
“Al ser un proyecto creado por un grupo de cineastas independientes, cualquier apoyo es significativo, especialmente cuando estamos ante autoridades cinematográficas que no priorizan el impulso del cine realizado por mujeres. En las producciones estatales de 2024 en Cuba, continúa la gran falta de representación de nuestras cineastas narrando sus propias historias”, añade.
Además, las plataformas bajo el sello de La Burbuja Lab, desde la primera convocatoria, actuarán como voceras y gestoras para promover un cambio de mentalidad a través de una línea editorial centrada en la igualdad de género.
El cine cubano y el de toda la región enfrenta numerosas deudas en cuanto a narrativas femeninas. En un contexto marcado por una mirada machista y patriarcal que sigue dominando los discursos del audiovisual cubano contemporáneo, surge La Burbuja Lab, con el objetivo de encontrar rutas de cambio dentro de este panorama.